Gozar la pérdida
Propuesta N° 075
martes 09 de noviembre / 17,00 PM

16:00 NY / 15:00 PE, EC / 14:00 MX / 20:00 POR / 21:00 SP, IT

Zoom Finalizado

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Presenta/n: Alicia Hendel (APA).



Resumen

Aquello que se ama en el objeto con más pasión es lo que no pudo dar, lo que no se pudo significar del lugar que se tuvo para el deseo del Otro. Situación que conduce a que el ser hablante goce de reiterar la pérdida, para insistir con que hubiera podido no faltar nada.






Ampliación/Descripción

Gozar la pérdida

                                                                                                    Alicia Hendel

Freud (1900) ubica el punto de partida del psiquismo, en la inscripción de la vivencia de satisfacción. Al nacer, todo niño requiere de un adulto que interprete y responda por sus necesidades, aportando los cuidados y los objetos indispensables para darle alivio. De este encuentro, va a quedar inscripta una mítica primera vivencia de satisfacción y cada vez que se renueve el estado de necesidad, el sujeto tendrá el impulso de investir de modo alucinatorio la huella de esa satisfacción primera, irrecuperable como real ya que sólo puede recuperar su huella, culminando el intento indefectiblemente, en una decepción. Lo trascendente del planteo freudiano, es que el objeto deseado, es aquel que se inscribe como perdido y que, precisamente por faltar, se vuelve depositario de una satisfacción que se fantasea absoluta. Esa pérdida, se transforma en la causa de la subjetividad que, a partir de ese momento, sólo puede desear. Este será el modelo al que va a apuntar, toda búsqueda de satisfacción posterior y es el movimiento psíquico al que Freud denominó deseo inconsciente.

El deseo entonces no se dirige hacia un objeto determinado, sino hacia un “reencuentro” con una satisfacción que nunca se alcanza y su meta es reanimar esa ilusión de goce absoluto. Es por este motivo, que podemos entender que, en la concepción freudiana, el deseo se realiza en la fantasía, pero no se satisface; es tanto búsqueda como desencuentro. El goce es entonces mítico, toda satisfacción es siempre incompleta y deja un remanente de frustración. Se trata de un encuentro imposible para el ser hablante, dado que entre el sujeto y el objeto se interpone el lenguaje y al carecer de instinto, ha perdido el registro de la satisfacción natural. Toda experiencia va a ser significada con un más o un menos de satisfacción, suponiendo siempre la gestación de un conflicto en la relación del sujeto con el objeto.

Según Lacan, el trabajo freudiano se orientó desde un comienzo sobre el fenómeno de la repetición, al descubrir las características que asume el deseo inconsciente en su desplazamiento de un significante a otro. Este desplazamiento, se origina en la búsqueda fallida y repetitiva del objeto añorado y la satisfacción imposible que quedó ligada a él. Síntomas, sueños, transferencias, son retornos de lo reprimido, modos de tramitar deseos que escenifican esa búsqueda en satisfacciones sexuales y narcisistas imposibles de plasmarse en la realidad por su carácter incestuoso y displacentero para el yo, pero que en la fantasía inconsciente proporcionan alguna satisfacción.

Posteriormente, con el concepto de pulsión de muerte, Freud (1920) introduce lo que denomina “compulsión a la repetición”, que consiste en el impulso irrefrenable a repetir vivencias dolorosas. Hasta ese momento, Freud sostenía que sólo se repetían deseos edípicos prohibidos que daban placer a nivel inconsciente, proporcionando la ilusión de un encuentro con lo deseado. A partir de este descubrimiento, entiende que lo que el psiquismo repite es el desencuentro traumático con el objeto, lo que resalta entonces, es el fracaso y no el éxito de la repetición.

Según Lacan (1959-60, es el orden simbólico lo que engendra la necesidad de repetición y resalta la condición traumática que implica el hecho de que no hubo objeto en el origen. El objeto para el ser hablante, surge y se inscribe cuando se lo representa como ausente, cuando se lo puede simbolizar. Lo que el sujeto encuentra cuando lo busca, son sólo las huellas significantes del mismo, el objeto se pierde en tanto real y de este modo se inscribe una pérdida de goce.

En el origen hay nada, das Ding, que queda recubierto por la ficción del deseo edípico, que reitera infructuosamente la búsqueda de un encuentro gozoso y de esa forma, sostiene la actividad psíquica que recubre el vacío de lo real. Al neurótico le resulta imposible resignar la expectativa de un goce pleno y por este motivo, resalta penosamente de sus vivencias, aquellos aspectos que lo conectan con sentimientos de pérdida, frustración, insatisfacción o impotencia, para tratar de encontrarle un sentido a esa inevitable pérdida de origen. Minimiza aquellos aspectos del objeto que le proporcionan placer, para acentuar el sufrimiento. En ocasiones, busca activamente frustrarse, para que se revele la tragedia de lo que le falta, donde está capturado su goce. Lo paradójico es que, en el movimiento de reiterar la vivencia de pérdida, subyacentemente se intenta evocar un encuentro sin pérdida. A mayor repetición de lo doloroso, más se hace visible ese objeto que podría dar la satisfacción ansiada, más se convoca su presencia.

Una analizante repite la vivencia de enamorarse de hombres muy seductores, abandonantes e infieles. La insistencia en armar parejas tan frustrantes, se apoya en la fantasía de que, si el hombre que está con ella la eligiera en forma definitiva, ya “no necesitaría nada más”. Mientras disfruta imaginándose elegida, se reitera el sufrimiento de no serlo, pero una vez que se siente abandonada, tras cada separación, si la llaman, vuelve. El análisis fue revelando que, para ella, sufrir por amor torna más auténtico lo que siente y cuando se da lo contrario, cuando se siente valorada y necesitada por un hombre, suele dudar de sus sentimientos hacia él y lo rechaza.

La dificultad de consumar un deseo propio y la búsqueda activa de la insatisfacción, rasgos típicos de la estructura histérica, está presente en este fragmento. También se pone de manifiesto de manera muy clara, la experiencia de la pérdida de objeto que determina la repetición traumática. Su madre, vivía sufriendo por las continuas infidelidades de su marido, de quien, sin embargo, permanecía enamorada. Ante esta mamá y un padre siempre tentado con la infidelidad, ella quedaba muy en segundo plano. La salida bien podía ser entonces, amar ese tipo de hombres para repetir la vivencia de exclusión y pérdida. Permanecer con un hombre infiel, es su modo de recrear el lazo edípico con el padre y la madre, al revivir con él la pasión que unía a sus padres en un vaivén constante de encuentros y desencuentros, que se inscribe dentro del principio del placer. El repetido trauma de quedar excluida, en cambio, se presenta como lo que está “más allá” del principio del placer.

Mientras sufre la ausencia del ser amado y lo sigue esperando, se pone de relieve la dificultad de duelar aquella vivencia edípica, en la que el deseo de sus padres le resultaba frustrante e incomprensible. ¿Qué extraño deseo los mantenía unidos? ¿Qué lugar ocupaba en el deseo de ellos? Frente a la expectativa de alcanzar un encuentro apasionado y absoluto con el objeto de amor, lo no logrado de ese encuentro, sigue siendo lo más buscado en la reiteración de la experiencia de exclusión. Mientras más sufre, más puede evocar lo que le falta, más puede soñar con un encuentro que no le haría faltar nada. En la repetición, se pone de manifiesto que aquello que se ama en el objeto con más pasión es lo perdido, lo que no pudo dar, lo que no se pudo significar del lugar que se tuvo para el deseo del Otro. Situación que conduce a que el ser hablante goce de reiterar la pérdida, para insistir con que hubiera podido no faltar nada, como modo de eludir el encuentro con la castración.

La tarea de un análisis entonces, más allá de descifrar el mensaje inconsciente del síntoma, es realizar un duelo paulatino, no solamente por la pérdida de un objeto que se tuvo y se perdió, sino fundamentalmente, por la satisfacción imposible en torno a un encuentro que nunca existió.  

Bibliografía

-Freud S. (1900) "La interpretación de los sueños", cap. VII. T V. Ed Amorrortu. Buenos Aires, 1984.

-Freud S. (1905) "Tres ensayos de teoría sexual". T VII. Ed Amorrortu. Buenos Aires, 1978.

-Freud S. (1920) "Más allá del principio del placer". T XVIII. Ed Amorrortu.Buenos Aires 1984.

-Lacan J. (1954-55) Seminario II. "El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica". Ed Paidos. Buenos Aires, 1977.

-Lacan j. (1959.60) Seminario VII. "La ética del psicoanálisis". Ed Paidos. Buenos Aires, 1991.

-Lacan J. (1962-63) Seminario X. "La angustia". Ed Paidos. Buenos Aires, 2006.