La subjetividad en su encrucijada
Propuesta N° 001
martes 09 de noviembre / 15,00 PM

14:00 NY / 13:00 PE, EC / 12:00 MX / 18:00 POR / 19:00 SP, IT

Zoom Finalizado

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Presenta/n: Laura Orsi (APA), Alberto Álvarez (APA). Capítulo APA-APSA de Psicoanálisis, Subjetividad y Comunidad: Alberto E. Álvarez, Adrián Besuschio, Laura Orsi, Edmundo Saimovici, Luis Oswald, Mabel Tripcevich, Olga Cartaña, Rut Ini Mochulske, Jaqueline Abraham, Juan Cosaka y Gloria Gitaroff. Depto. de Psicoanálisis y Sociedad de APA: Laura Orsi, Mabel Tripcevich, Gustavo Corra, Héctor Manzotti, Raquel Goldstein, Marita Cayupán, Olga Cartañá, Jaqueline Abraham, Lía Ricón y Juan Pinetta.
Conducción: Laura Orsi
Coordinación: Juan Pinetta



Resumen

En esta actividad se emitirá el trailer de la película Aquarius para luego dar lugar a un intercambio entre el Departamento de Psicoanálisis y Sociedad y el Capítulo APA-APSA Psicoanálisis, Subjetividad y Comunidad.






Ampliación/Descripción

El film  relata la historia de Clara, mujer madura, viuda y escritora, que goza de su amada casa frente al mar, su música y su sana rutina, en un edificio de Recife, Brasil. Un día  irrumpe  el poder corrupto de otros para desalojarla: Una empresa quiere comprar el edificio y hacer uno nuevo y para lograrlo utiliza diferentes medios intimidatorios, para que Clara decida venderlo.

En el inicio, se canta una canción de cumpleaños donde lo central es la casa, el hogar para cada uno, que nos introduce en el   tema de lo privado, el domicilio, la casa que ilustra la relación con el Otro, el lugar donde nos sentimos alojados en el Otro social.

Aparecen  síntomas clínicos o signos, aspectos de la psicopatología de la vida cotidiana ligados al sentimiento de intromisión en el domicilio:  situaciones de angustia,  llegar a su casa y encontrar su propio lugar tomado por otros, como la  “Casa tomada” del  cuento de Cortázar  y en el que la amenaza  (ruidos extraños) aparece como algo interno o externo, donde las hipótesis coinciden en el elemento dual, evasión-expulsión, como central del relato, aspectos  que  ponemos en relación a lo privado y a tener o no un lugar en el Otro.   La “morada de la alegría” se ha vuelto amenazante. Reaparece lo siniestro en el sueño…el despojo.

Pues  ¿qué pasa cuando ese Otro expulsa, desalojando a  seres humanos, a la naturaleza, como le ocurre  a Clara, poniendo en tensión su lugar, su sentirse alojada en ese otro acogedor, en el entorno de la naturaleza que ella habita y el entorno social que incluye? Se plantea esa tensión, estrés, entre ese otro que por puros intereses de mercado, intenta anexar y arrasar con la subjetividad de Clara.

Ella luchó de joven contra un cáncer de mama y lo ganó y así se convirtió en una mujer ya mayor, pero atractiva, sexy, culta y enamorada de la vida; ella da  vida y energía a este personaje que no tiene miedo y no está dispuesta a dejarse vencer; es una mujer independiente y fuerte  pero que no por eso deja de necesitar esa conexión íntima o  la presencia más asidua de sus hijos y de su entorno.  Su comentario sobre la tía,: “ya no se hacen Mujeres como ellas “ delinea una  imagen de mujer que no deja de serlo por perder una parte esencial de su cuerpo, pelea por lo que le parece justo contra un sistema de privilegio y  conserva su sexualidad, a pesar de su edad,  los roles de madre y abuela. Clara es producto de un ambiente hostil, que enseña con su resiliencia   su libertad y su fuerza, es la líder de todos ellos, persiguiendo no  riqueza ni venganza, sino calidad de vida.

El film permite  considerar el conflicto entre subjetividad y el paradigma de la época actual: una mujer  de carácter, que sobrelleva con dignidad su cuerpo mutilado y la vigencia de su deseo, enfrenta  con tozudez y determinación  al imperativo del sistema, ya infiltrado en su propia familia que la conmina a abandonar su lugar y con él su historia. Así, confronta la alternativa entre  alienación y sometimiento.

Se exhiben diversos aspectos metafóricos de los arrasamientos, de lo descartable, de nuestra naturaleza, nuestro medio ambiente en la civilización actual. Y advertimos su vigencia en cuanto  a la pandemia, el medio ambiente  y la explotación desmesurada que el neocapitalismo impone en este momento civilizatorio. El uso actual del concepto de libertad,  solo compatible con un aparato psíquico absolutamente estresado, en tensión consigo mismo y nunca a la altura de las obligaciones del  Super Yo imperante,  obliga a cumplir a expensas de  transformarse  uno mismo en su propio explotador. Un poder político y económico, dirigido por Amos anónimos o algoritmos,  definen una alianza estrecha con la pulsión de muerte, pero nuestra apuesta como psicoanalistas, es a  que no puedan manipularla, ya que existen en los sujetos como Clara, deseos, que son los únicos  capaces de organizar acciones simbólicas y un “itinerario simbólico”, con la posibilidad de ligar a la pulsión de muerte desatada. Es la primera vez en la historia de nuestro planeta, que padecemos una epidemia mundial y que existe la amenaza real de extinguir la posibilidad de vida.

Pues para poder definir qué compone la matriz inconsciente tanática o erótica  de una sociedad, deberíamos acordar no  solo en términos de vida o muerte sino en términos de calidad  de vida.

¿Qué debemos incluir en la matriz erótica?¿ El amor ,la solidaridad, los afectos con interacción presencial, el quererse?

Clara representaría la oposición a los cambios  tanáticos. No se trata solo de un caso de patología Yo contra El Mundo, sino la resistencia a un cambio en la calidad afectiva  del vivir.

Estos valores deberían defenderse de todo aquello que podría hacerlos  desaparecer tal como señalan los filósofos actuales: los  derivados de la velocidad, que ataca la posibilidad de disfrutar de los afectos que no admiten reducción temporal,  la tecnología  que posibilita compras a distancia y el trabajo domiciliario atentando  contra la presencialidad  y el compañerismo, el predominio de la velocidad mental sobre el tiempo del cuerpo.

Si el discurso capitalista del sistema anarcoliberal  va cercando  brutalmente a Clara al lazo social que la atosiga, ella  lo padece haciendo síntoma en su intento de sustraerse de quedar atrapada entre los engranajes del sistema (como en Tiempos Modernos del genial Chaplin) y también logra hacer síntoma al Amo que supone siempre ocupar el lugar de la verdad.

También podría pensarse en el carácter simbólico inconsciente de lo que representa la casa/departamento para la protagonista, tal como señalaran Augusto Piccolo e Eileen Weller, en un artículo de la Revista de Psicoanalisis, describiendo un caso clínico: “la casa  y el auto a menudo representan el aparato psíquico de las personas”. En este sentido, podría pensarse que  ella es la que arrasa con su subjetividad primero y, que después escinde, reprime y proyecta sobre el mundo externo, su cuerpo, sus hijos y demás.  

Aunque no es solo  la casa el tema de  la película, sino  la lucha de una mujer  que fue importante crítica musical y escritora, contra la furiosa insistencia de una empresa constructora para que abandone su casa en pos de un emprendimiento inmobiliario.

Son tres tiempos en la vida de Clara: El pelo, El amor y el Cáncer.

En cada uno de ellos libra batalla con entereza y rigor. El primero, un cáncer de mama la muestra con su pelo creciendo después de la quimioterapia, rodeada de su familia y amigos.

El segundo, viuda hace 17 años, es del reencuentro con su sexualidad activa. Dueña de su cuerpo no quiso colocarse una prótesis y es rechazada por su compañero ocasional que advierte la ausencia. Pero no cede y contrata un joven con quien tiene un apasionado intercambio, con disfrute manifiesto.

Su pelo es ahora una cabellera poderosa.

El tercer tiempo, del desenlace, en el que la intentan atenazar para que se avenga a la entrega de su casa, es el de toda la fuerza de su condición femenina en lucha contra la ironía estúpida y el narcicismo del blanco poderoso, que encuentra el recurso de crearle un “cáncer” que carcomerá sus intenciones.

Clara  reacciona de modo no convencional frente al atropello que implica la decisión de otros, que movidos por la voracidad de la ganancia arrasan con subjetividades ajenas. Es poco convencional, porque no suele pasar, pero precisamente la película muestra lo que sucedería si alguien se rebelase frente a poderes económicos omnipresentes: la soledad, la desesperación, el hostigamiento, la incomprensión, todo ello oculto en aquellos que no reaccionan y que no por ello salvan sus vidas, como sabemos de tantos casos que cedieron abandonando sus afectos, su espacio, su vida armada en un lugar. El imperativo de nuestra época condena esta actitud como si implicase no aceptar la realidad, no adaptarse, pero si la adaptación se transforma en imperativo categórico pierde sus propiedades, se desvirtúa ya que no se trata de adaptarse a cualquier cosa y menos contra la propia voluntad obedeciendo la de otros.

Existen casos  como el de una ciudad europea en la que había una granja, la última que quedaba; quisieron sacarla para  hacer edificios; los vecinos se opusieron  y tuvieron éxito;  actualmente los granjeros además de trabajarla hacen visitas guiadas para los chicos.

No es el caso de Clara, que debió enfrentar sola a esa  parte de la sociedad que arrasa y acorrala las  individualidades  que se oponen a sus fines utilitarios. Así verá actualizada su soledad amorosa y conflictiva con sus hijos: el reproche.  La discrepancia  en la visión de la realidad hace eco  en el ámbito social: pregunta en torno al conflicto doloroso,  si saben  lo que es sentirse loco sin serlo, porque la locura está afuera.  Locura y marco social son temas que nos ocupan. Aquí la familia como contención y refugio ha cesado en su función.  Sobrevivir resignificando los vínculos que entraman la historia de la “casa-departamento” sea tal vez su nuevo desafío.