La pulsión que nunca muere
Propuesta N° 019
miércoles 10 de noviembre / 09,00 AM

08:00 NY / 07:00 PE, EC / 06:00 MX / 12:00 POR / 13:00 SP, IT

Zoom Finalizado

Compartir Compartir




Presenta/n: Ana María del Pilar Bidondo (APA).



Resumen

Siendo la compulsión de repetición, esencia de la pulsión, las pulsiones eróticas y tanáticas responden a este mecanismo intrínseco bajo el cual se instala en la vida humana una y otra vez el “eterno retorno de lo mismo”. Tanto por su fijación a la represión como por las neurosis de destino.






Ampliación/Descripción

La pulsión, ese estímulo para lo psíquico, preocupó a Freud desde sus primeros trabajos que en la primera tópica coloca bajo el imperio del “principio de placer”. Y a las pulsiones desde una dualidad que no abandonó nunca. Resolviendo en aquellos tiempos lo sintomatológico a partir del vencimiento de las resistencias yoicas, en que la aparición del recuerdo develaba la escena  traumática.

Hasta que …    – “Hombre de los lobos”– por su cuadro de una profunda dependencia con pérdida de autonomía lo llevan a titular el caso como una neurosis infantil. Mostrando el paciente –ya un hombre–  una “resistencia a la cura”, con la impronta de un comportamiento pasivo imposible de revertir a pesar de los empeños. 

Y en “Recapitulación y problemas”, Freud descubre  la existencia de  los “schema” congénitos por vía filogenética qué , como… “unas categorías filosóficas procuran la colocación de las impresiones vitales” …siendo “unos precipitados de la historia de la cultura humana”, en que el complejo de Edipo sería el mejor ejemplo.  Corroborando además   en el niño la  presencia  de un saber pre existente, desde sus núcleos instintivos que  se comportan como en los otros seres vivientes.

Historial que da a luz a la segunda tópica, con un aparato psíquico compuesto por instancias y las dos resistencias que definen la trascendencia del descubrimiento. Las del sentimiento inconsciente de culpa del superyó y la compulsión de repetición del ello, marcando el rumbo de los análisis.

El recóndito ello inconsciente, no dará tregua ni descanso, el fragor de la vida impone repeticiones y reproducciones que en ocasiones confunden al yo y le impiden percibir la realidad. En un torbellino enajenante de miseria neurótica,  reconoce lo propio, sin sorprenderse que “ es más de lo mismo”.  Y vislumbra al presentirlo  el mandato de algo impredecible como destino, motivo del análisis. Y que sólo la revitalización yoica a partir de la alianza terapéutica en lucha permanente  contra tánatos,  concientizará fragmentos del ello. Con las identificaciones masivas, previas a toda catexis de objeto, de los yoes que anidan en esa “vieja provincia psíquica” pretendiendo retornar.       

Es desde aquí donde se comprende que los recuerdos ya no son la llave que abre lo inconsciente, y que en su reemplazo aparece la pulsión con un único afán: la descarga.

En que “eso” (lo indiscernido) a través de la pulsión, será  lo que íntimamente permita la descarga doblegando al principio de placer. En que el recuerdo, al que se acudía en la primera tópica, con la interpretación, cede lugar al acto ejecutando una escena que el paciente “desconoce”. Y que sólo puede armarse a partir de la construcción y reconstrucción, apelando no sólo a la transferencia sino a la contratransferencia o transferencia recíproca.  Mientras el analista se prepara a ser partícipe de una historia, que se repetirá en la neurosis transferencial. Involucrándose en las vivencias del paciente de acuerdo a roles.  Rescatándolo y rescatándose de la vorágine que alienta la repetición, reproducción, que afecta a ambos

La causa por la que en “Más allá del principio de placer” la  tríada  transferencia, sueños  de las neurosis traumáticas y  el  juego de un  niño, le develan  esa resistencia que denomina compulsión de repetición imperando en la provincia psíquica más antigua.

Momento en el que agrupa las pulsiones de la primera tópica dentro de Eros, las que conglomeran y hacen bullicio, oponiéndose  al silencio  tendiente a la desagregaciónde Tánatos.

Tánatos y  la pulsión que nunca muere incomodan en la clínica… Deslizándose la técnica hacia la construcción y reconstrucción del material de análisis, para dilucidar lo que es imposible interpretar.

Al sadismo de 1914, una mezcla pulsional con manifestaciones estrictamente libidinosas se lo muestra como representante de la pulsión de muerte en sus aspectos agresivos. Y en su vuelta contra el sí propio, se alinea el masoquismo, considerado enigmático, por su tendencia al placer por el dolor y buscar la muerte como último recurso.   Y su resultante:   ser condición erótica y expresión de la naturaleza femenina.   Sólo sintomático en el hombre, bajo el rótulo, “de masoquismo femenino en el hombre “

Desde la biología incide con insistencia en la mujer, localizándose   la pulsión erótica en mezcla con la tanática, en la función materna, siendo imposible sin este complemento. Bajo la égida del dolor se consuma el proceso de la maternidad, por su naturaleza como eslabón femenino en la cadena de la especie.  Tendiente a un bien mayor: la concepción del hijo. En un suceso que exige a la madre entregarse a las necesidades del descendiente en desmedro de sus propios ideales que se doblegan ante los de su criatura, indefensa y dependiente de la díada.

En el artículo “Pulsiones y destinos…”  tánatos en mezcla con Eros, buscan al objeto hacia el que se dirige esa “fuerza que tiende hacia”. Representando el concepto límite entre lo psíquico y lo somático, la medida de la exigencia de trabajo que el soma le imprime al alma y finalmente la expresión de un representante psíquico de los estímulos provenientes del interior del cuerpo.

Y es en la segunda tópica donde la definición “pulsión memoria de la especie” alcanza su óptima acepción.

Definiciones que apuntan al soma, en especial a la pulsión agresiva,  la primera que se expresa en razón del absoluto desamparo de la criatura al momento de nacer. Agresión como “eso” irracional, que emerge desde la autoconservación y comparte con el resto de los seres vivos; aunque la crueldad humana exceda a veces al de muchas especies.

Y es en el “Yo y el Ello” en que se subraya a la pulsión con   su   afán de descarga como   primordial.  El objeto es lo de menos.  Nada hay más satisfactorio para la economía anímica que la descarga pulsional    frente a una frustración, deparando un goce (o un placer displacentero). Atado a la omnipotencia del narcisismo primario, previo a toda catexis de objeto.  Hasta que el sentimiento de culpa, la cuestión más importante del desarrollo cultural, emite la sanción respectiva.

Nombrar a tánatos como “pulsión de destrucción”, es un resultante   descriptivo.  Al que   su opuesto con la vuelta hacia el sí propio, Freud designa como  “auto aniquilación”.

La exigencia de la renuncia a lo agresivo, es imperativo de la cultura por el proceso de humanización   del infante para quién el mundo es un ámbito   plagado de peligros, la causa de su agresividad.  De la que aprenderá a defenderse con el crecimiento, pero que de niño sofocará por imperativo de la educación.

Siendo la angustia frente a la pérdida del amor de los padres y los reclamos del superyó, la promotora de la vuelta contra el sí propio en la auto aniquilación.   

La conciencia moral, la fuerza demoledora que anida en las entrañas yoicas (superyó), por sus raíces hundidas en dicha instancia, castigan al yo por los vicios y el desenfreno pasional que estructuran al ello desde los tiempos primordiales. Resultado exclusivo de su constitución edípica. Ansias incólumes mientras se permanezca sobre la tierra, marcadas genéticamente en la descendencia por la pulsión.

” Pulsión, memoria de la especie” definición que nos introduce en la comprensión de ese supuesto que Freud denominó pulsión en “Pulsiones y destinos de pulsión” y que tiene una especial significación a la hora de explicar los fenómenos indescifrables de muchas conductas.  Implicando al decir “memoria de la especie” eso que traemos insertos en la herencia   al arribar a este mundo controvertido que cimentaron nuestros ancestros.

En “Esquema del Psicoanálisis” Freud termina por llamar a la dupla Eros/Thanatos, como Eros y pulsión de destrucción. A la que se agregaría la pulsión de auto aniquilamiento, impuesta  en la necesidad de castigo del yo desde mandatos que es necesario rastrear en  las generaciones precedentes. Difíciles de comprender y que revelan la participación de escenas y representaciones del pasado que no se extinguen a pesar de la muerte de sus protagonistas.

 Compulsión de repetición, la responsable de la destitución del recuerdo como llave para concientizar lo reprimido.  La compulsión a partir del ello inconsciente – proveniente de la represión-  defiende al yo con la repetición y desde el ello pulsional con las  neurosis de destino mediante la reproducción…(3)

Al ser  esencia intrínseca de la pulsión,  con su repetición y/o reproducción, se desplazará por las distintas generaciones. Y los arquetipos del ello ancestral, conservarán en cada uno de nosotros sus virtudes, sus defectos. Y como seres errantes a través de los tiempos difundirán las consecuencias de la tragedia edípica que nos distingue como humanos.  Situaciones en que la pulsión de destrucción se adelanta a la erótica, impidiendo la ligadura con los objetos, desde un yo debilitado al servicio de la reanimación de un pasado edípico que lo consume en las vicisitudes de la existencia desdichada del masoquismo moral.  Hasta la instalación de la neurosis de transferencia generando  ese reino intermedio entre la enfermedad y la vida… 

                                                                                      Ana María del Pilar Bidondo

Bibliografía                      

 

Cesio Fidias, “La actual neurosis”. Ed.La peste de Tebas. CABA.2010

Freud S, Obras Completas. E.A.

Giménez Noble F. Compulsión de Repetición. Ed. eXel.Publishing U.K2014,