Efectos del Estilo Lacan. Testimonios: Pierre Rey y Gerard Haddad
Propuesta N° 043
martes 09 de noviembre / 17,00 PM

16:00 NY / 15:00 PE, EC / 14:00 MX / 20:00 POR / 21:00 SP, IT

Zoom Finalizado

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Presenta/n: Etel Novacovsky (APA), Graciela Lanfir (APA).



Resumen

Tomamos diferentes intervenciones de Lacan que puedan aproximarnos a su “estilo” como operador clínico y sus efectos en la experiencia analítica. Ponemos el foco en sus interpretaciones y actos analíticos a partir de testimonios de pacientes de Lacan: Pierre Rey y Gerard Haddad.






Ampliación/Descripción

 

Si el estilo de Lacan está fundido con la poesía no es para hacer de él un poeta sino un  analista, dado que “la clinicidad del estilo” es el índice del deseo del analista, eje de cada cura psicoanalítica. Erik Porge.

 

EFECTOS DEL “ESTILO LACAN”. TESTIMONIOS DE DOS PACIENTES: PIERRE REY, GERARD HADDAD

 

Lic. Graciela Lanfir, Lic. Etel Novacovsky[1].

 

Partimos de diferentes intervenciones de Lacan que pueden aproximarnos al “estilo” como operador clínico  y sus efectos en la experiencia analítica.

Trabajamos el estilo en Lacan, no como modelo sino como “maestro”, en tanto nos causa, nos motiva, nos hace trabajar y el desafío es que también los cause a ustedes, los oyentes.

Ponemos el foco en las intervenciones, interpretaciones y actos del analista porque producen “estilo del analista”, aclarando que hay un estilo del sujeto, tema que  no desarrollaremos.

Lacan dice: “es el objeto quien responde a la pregunta sobre el estilo. Nos interrogamos si hablar de diferentes concepciones de objeto conduce a pensar distintos estilos psicoanalíticos.

¿De qué objeto hablamos en relación al “estilo” en Lacan? Lacan inventa un objeto, el objeto “a” y nos dice acerca de él, es “mi estilo”. En la clínica surge como un efecto del discurso analítico que devela el anudamiento entre saber y goce. En la experiencia analítica es esencial el lugar y posición que ocupa el analista. Desde una posición de vacuidad, abstinencia, el eje de la cura psicoanalítica gira alrededor del “deseo del analista”. En las intervenciones del analista la escucha de cadenas significantes produce un efecto sujeto. Desde el lugar del analista hay distintos tiempos de sostener en la transferencia el lugar de Sujeto supuesto saber hasta el de semblantear el objeto a. Hace falta para esta operación un psicoanalista que no se la crea, un psicoanalista sin infatuación.

Podemos hablar de acto psicoanalítico como acto que es singular, es un hecho significante, un saber hacer ahí.

El acto psicoanalítico solo puede llegar a producirse al precio de que el analista pueda él mismo llegar a soportar la función del objeto “a”. ¿Qué queremos decir? Poder sustraernos del campo del sentido, poder entrar en el juego de los significantes, del medio decir y del equívoco.

En el texto sobre la Obertura en el cual Lacan hace referencia a la frase de Buffon “el estilo es el hombre… al cual nos dirigimos”, no podemos menos que pensar en sus intervenciones: como recibe a sus pacientes en sus  diferencias, sin dejar de resaltar que ninguno de ellos deja de ser alojado en la función de la palabra.

Todas las palabras tenían un peso, objetos preciosos, le gustaba también mucho escucharse. Decía las palabras importantes para cada uno, decía que era nuestra música, esa forma tocaba siempre un núcleo que el registraba” (Un paciente).

A partir de los testimonios de pacientes de Lacan, Pierre Rey y Gerard Haddad, pensamos sus diferentes intervenciones moduladas por su posición y el deseo del analista, acercándonos así al estilo de Lacan en su clínica.

Pierre Rey[2]Una temporada con Lacan”

Pierre Rey en este libro relata a modo de novela teórica su análisis con Lacan de diez años, casi a diario. Sufrimiento, incertidumbre, vacío lo empujan al análisis: Lacan responde de inmediato al pedido inicial de hora de consulta.

Ante las reiteradas expresiones del paciente “no tengo dinero para otra sesión”, Lacan responde “venga mañana”.

“El dinero era un simple derecho de entrada para el goce del juego”.

Lacan sopesaba el cobro para que cada paciente pudiera sentir en aquel hecho el apremio y de este modo, volver a lo real.

 “Él sabía que yo me levantaba tarde”.

No había “oiga” que valga…. Con la cuestión del tiempo también Lacan buscaba molestar.

No tenía elección”, el vínculo transferencial tiene tanta fuerza que es imposible interrumpir. Las certidumbres se resquebrajan. El analizante también.

 “Un día caí enfermo. Se lo comuniqué para anular la visita del día siguiente…organizó instantáneamente que se ocuparan de mí, y de una forma milagrosa,… empezaron a tratarme como si fuera para ellos un bien infinitamente preciado”.

Habla de su posición como analista en tanto sostener a un analizante que atraviesa una situación de necesidad.

“Al principio Lacan me dejaba hablar todo lo que yo quisiera…En una segunda fase, como yo deseaba sobre todo no oír lo que él tenía que decirme, era yo quien le cortaba febrilmente apenas quería interrumpirme. Luego me sometí a su ley: la verdadera elaboración del trabajo se hacía sobre todo en los intervalos que separaban dos sesiones… en seguida comprendí lo que quería decir escandir, una palabra…hasta que revelaran fulminantemente una interpretación.”

Me llamaba la atención que Lacan se levantaba bruscamente. Era allí donde yo debía buscar, en aquel punto preciso de suspensión... En cualquier momento cuando algo de una salida se insinuaba, Lacan se echaba para atrás con un suspiro de agonía que era habitual en él. ¿Diez segundos, veinte minutos? Lo ignoraba. El tiempo introducía la noción de incertidumbre…

Poco antes me administró una lección magistral. Cierta tarde, exasperado por alguno de sus silencios - o tal vez por una de sus raras intervenciones- le solté rabiosamente: ¿Imagina acaso que no soy tan inteligente como usted?

Me miró con una mansedumbre que desarmaba, lanzó un suspiro de fin del mundo y murmuró: ¿Quién le ha dicho lo contrario?

Se acabó el adversario: …A partir de ahí acepté mostrarme desnudo, lo único que quería era comprender. Por desgracia, cuanto más avanzaba menos comprendía.

 “No podía esperar de él ninguna ayuda…Cada respuesta conducía a otra pregunta… Con la ayuda del tiempo lo descubrí por mis propios medios: cuando yo poseía la buena respuesta la pregunta vaciada repentinamente de toda sustancia, perdía su razón de ser y desaparecía por sí misma…ya ni siquiera tenía que pedir la opinión de Lacan: lo sabía”….Esto era lo que Lacan me había proporcionado una capacidad de hacer mío lo que me preexistía…

 

Gérard Haddad

Con el título “El día que Lacan me adoptó” Gérard Haddad publicó el relato de su análisis con Lacan, brindándonos un testimonio exhaustivo. Nacido en Túnez, comienza su tratamiento psicoanálitico que durará once años en 1969 cuando todavía trabajaba como ingeniero agrónomo. La queja por la incomprensión paterna, la lucha con su padre, atraviesa su análisis.

Un día en que “estaba en un estado deplorable”, Haddad llama a Lacan y atiende su secretaria Gloria. Le paso con el doctor.

- Escuché entonces la voz de Lacan, que parecía siempre llena de bronca:

- ¿Cuándo lo puedo ver?

- Enseguida.

Apresuradamente, me metí en mi coche. Nunca anduve a tanta a tanta velocidad por París. Lacan me recibió con mucha calidez. Su humor había cambiado de repente.

- Entonces, ¿qué es lo que le pasa?

Me toca a mí hacerle la pregunta:

- ¿Por qué me trata con tanta brutalidad, cuando usted conoce el afecto que le tengo?

- Precisamente, encuentro este afecto totalmente excesivo.

Interpretación, acto analítico que da cuenta de la posición de Lacan intentando desarmar la transferencia excesiva, buscando ocupar el lugar de semblante del objeto a.

Y cuando el malestar se le presenta a Haddad del modo más dramático, para colmo, Lacan, simplemente lo confirma: Al final de una sesión particularmente breve, experimento una angustia infinita. Me dispongo a ponerme el sobretodo, cuando de repente la idea de irme de esa manera me parece insoportable, imposible. Decido, por un impulso incontrolable, en vez de salir a la calle, volver a la sala de espera, manteniéndome parado, con una actitud amenazadora. Lacan ya había hecho pasar al paciente siguiente. Algunos minutos más tarde, se asoma a través de la otra puerta, siguiendo la ronda loca de sus consultas. Se percata de mi presencia.

- ¿Qué quiere?me pregunta, un tanto inquieto.

- ¡Hablar con usted!

- Venga. ¿Qué pasa? –preguntó cuándo ya estábamos en su consultorio, parados cerca de la puerta. Parecía irritado, fuera de sí. Entonces, yo largo estas palabras sin pensar:

- ¡Me siento jodido! –le digo.

- Usted no se siente jodido, usted está jodido.Y agregó en seguida

- Lo veo mañana.

Por más paradójica que pueda parecer la situación, este “usted está jodido”… me trajo alivio. Esta frase hasta provocó en mí una sonrisa.

Un amigo de otra corriente me preguntará años más tarde.

- ¿Usted no cree que Lacan intervino demasiado en su análisis? Estas intervenciones sabiamente repetidas a lo largo de los años darían por resultado un estilo, mi estilo….”

 

Palabras claves: estilo, intervenciones del analista, acto analítico, testimonios.

 

Bibliografía:

- Haddad, Gerard: El día que Lacan me adoptó. Mi análisis con Lacan. Ed. Letra Viva 2009.

- Porge, Erik: Trasmitir la clínica psicoanalítica.  Ed. Nueva Visión 2007.

- Rey, Pierre: Una temporada con Lacan.  Ed. Seix Barral 1992.

 

 


[1] Integrantes del grupo Estilo: Marcelo Toyos (coordinador), Carlos Barredo, Graciela Campins,  Gloria Cordeu,  Graciela Lanfir, Mary Long, Etel Novacosky, Laura Palacios y Liliana Pérez.

[2] Pierre Rey (1930- 2006) autor de novelas y periodista nace en Courtherzón, Francia