Nosotros y el Covid. Temas de actualidad (2021)
Propuesta N 046
sábado 06 de noviembre / 19,00 PM

18:00 NY / 17:00 PE, EC / 16:00 MX / 22:00 POR / 23:00 SP, IT

Zoom Finalizado

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Presenta/n: Perla Frenkel (APA).



Resumen

Freud escribió “De guerra y muerte. Temas de actualidad”, en 1915 a los 6 meses del estallido de la Primera Guerra Mundial. Hoy escribo a un año y medio de este Real que nos atraviesa. ¿Encontraremos la manera de jugar lo mejor posible ésta difícil “partida de ajedrez” que nos toca vivir?






Ampliacin/Descripcin

La situación que estamos atravesando me lleva a la siguiente reflexión: cuando comenzó la pandemia consideré que para con respecto al escribir, acerca de lo que estaba sucediendo tanto en la clínica como en nuestras vidas, sólo podíamos dar testimonios, juntarlos, atesorarlos. Y que la reflexión acerca de los hechos vendría después, en el “a posteriori”.

Me sorprendía la cantidad de trabajos escritos por mis colegas, las compilaciones, las invitaciones a escribir…

En un trabajo para un reciente Congreso que titulamos “El exilio del lenguaje”, un colega al leerlo, me dijo que el final de mi escrito le recordó la frase de Freud “Navigare necesse est, vivere non necesse!”, cuya traducción es “Navegar es necesario, vivir no lo es”.

Le pregunté ¿por qué?, y él me contestó: -porque terminas diciendo “en análisis seremos siempre viajeros”.

Al recordar el lugar de la cita, que está es el ensayo  II Nuestra Actitud ante la muerte, del texto “De guerra y muerte. Temas de actualidad” (Freud 1915), me convocó la lectura de todo el artículo.  Me impactaron algunas consideraciones que señalaré por su actualidad, en relación a la traumática situación que estamos viviendo con el Covid, la pandemia, y que dan cuenta de la tensión constante entre Eros y Tánatos.

Freud escribió los dos ensayos entre marzo y abril de 1915, a los seis meses del estallido de la Primera Guerra Mundial. Hoy escribo al año y medio de la irrupción de este Real que a todos nos atraviesa.

Le solicito a los lectores me disculpen por extraer frases donde me otorgo la licencia de hacer recortes que a algunos les resultarán irreverentes porque los saco del contexto. Cito:

Hasta la ciencia ha perdido su imparcialidad exenta de pasiones

El individuo se siente confundido

Creo que dará la bienvenida a cualquier pequeño consejo que le facilite reencontrarse en su propio interior

La desilusión que esta guerra ha provocado y el cambio que nos ha impuesto; como lo hacen todas las guerras – en nuestra actitud ante la muerte

Lo señalado en el último párrafo al cambiar la palabra guerra por pandemia, lo destaco porque no es un hecho menor aquello que escuchamos en nuestra clínica; me refiero al profundo sufrimiento que provocó el no poder despedirse de seres queridos, desde quien sufrió por no estar acompañando al padre en sus últimos momentos, hasta quien no pudo asistir al entierro de un amigo. Aquéllos momentos en que antes de la aparición de las vacunas, los hijos eran privados de visitar o atender a los padres mayores, los abuelos no podíamos encontrarnos con nuestros nietos. Emergió la situación enloquecedora del temor al contagio. Cuidar a los padres y los padres cuidarnos de los hijos.

Vimos también el peso y la vigencia de fantasías sumamente primitivas, en el decir de diversos analizantes: “Maté a mi padre…” o “Por fin se morirá mi madre así no me tendré que ocupar” o “Al final enfermó mi hermana y quedo yo, como hija única para ocuparme de mi madre” o “Nunca más podré visitar a mi hija que vive afuera”.

El clima de desesperanza y desolación nos abrumaba, la esperanza estaba puesta en que hubiera vacunas.

Y resulta que la ciencia había perdido imparcialidad…

El individuo estaba confundido

Cada pequeño consejo….

Nosotros como analistas éramos testigos, todo se daba en un presente continuo, fuimos escuchando y con cada uno tratando de atravesar eso traumático que seguía siendo, tan difícil de ser historizado, para que deje de ser trauma. También intentando que cada “pequeño consejo” que recibían nuestros analizantes por fuera del análisis, no perturbara el trabajo analítico. Sabemos que en momentos de máxima angustia, individual o social, se recurre a aquello que cada uno puede… Es que acechan ofertas variadas para aliviar el sufrimiento, desde recetas mágicas hasta terapias con robots…

Freud señala en este texto “No hay desarraigo alguno de la maldad” nos dirá que las mociones pulsionales del hombre son de naturaleza elemental y buscan satisfacción, las clasificamos en buenas o malas según la relación que tengan con “las exigencias de la comunidad humana”. Entonces por formación reactiva el egoísmo se convierte en altruismo. Observamos la “ambivalencia de sentimientos”, agregará que es fácil observar como dos sentimientos contrapuestos toman por objeto a la misma persona. ¿Cómo explicar sino que a los mismos médicos que se les aplaudía a las 21 hs, no se los dejaba habitar sus casas en el edificio? Observamos la plena vigencia del Tabú que tan bien conocimos en el texto de 1912, Tótem y tabú.

Considero que por temor a la acechanza de la muerte cercana han aflorado manifestaciones pulsionales, que como en aquél momento le hicieron decir a Freud, que juzgamos a los hombres “mejores” de lo que son. Pero aquí hago una diferencia importante, aunque usamos términos que se usan en la guerra cuando hablamos del virus y la pandemia, hemos visto respuestas diferentes; nuestros científicos luchan denodadamente por buscar remedio para tanto malestar. No todos se hacen eco de las teorías conspirativas. Algunos estados se solidarizan con otros y envían vacunas. Los analistas nos manejamos con mayor plasticidad, se borraron fronteras y atendemos pacientes de otras geografías.

Pregunto, ¿respecto de nuestra actitud ante la muerte, pensamos como señala Freud que “era algo natural incontrastable e inevitable”? Él afirmó “Hemos intentado matarla con el silencio” ”La muerte propia no se puede concebir

Siempre se trata de la muerte del otro, aunque sólo los niños, pueden con frescura hablarle de ello a la persona querida, recuerdo a uno de mis nietitos al preguntarme mi edad y yo contestarle, me pregunta: ¿cómo abuela y todavía no te moriste?

Esto marca que se trata de ubicar la muerte como una contingencia, ya sea por edad, enfermedad grave, accidente. Pero es diferente cuando muere un ser querido, en primer lugar porque no hay sustitución posible para dicha pérdida, y segundo y no menos importante porque muere aquello que fuimos para el otro. ¡Qué decir cuando por efecto de esta pandemia no se pudieron cumplir los rituales del duelo!

Pero la divisa decía “Navigare necesse est,vivere non necesse!” Navegar es necesario, vivir no lo es. Pero resulta que tenemos una sola vida… y seremos viajeros...

Es así que, “en la vida haya de suceder lo que en ajedrez, donde una movida en falso puede forzarnos a dar por perdida la partida; y encima con esta diferencia: no podemos iniciar una segunda partida, una revancha.”. Este párrafo me parece muy significativo, como advertencia a todos y cada uno de nosotros y a quienes nos gobiernan, en el sentido de cuidarnos con las medidas preventivas que nos aconsejan y con la necesaria responsabilidad individual para con nosotros y con nuestros semejantes.

Freud convocaba en ese artículo a modificar el tratamiento convencional que le dábamos a la muerte: “… es preciso creer en ella. Esta ya no se deja desmentir (verleugnen)”. “… Los hombres mueren realmente; y ya no individuo por individuo, sino multitudes de ellos, a menudo decenas de miles un solo día.”. Lo dijo en referencia a la guerra del 14, hoy a partir del 2020 es también “un tema de actualidad”.

La emergencia del Covid convertido en pandemia reedita el “oscuro sentimiento de culpa”, esa culpa primordial, “culpa de sangre que la humanidad ha echado sobre sus espaldas”.

No fue el enigma intelectual ni cualquier caso de muerte, sino el conflicto afectivo a raíz de la muerte de personas amadas, pero al mismo tiempo también ajenas y odiadas, lo que puso en marcha la investigación de los seres humanos. De este conflicto de sentimientos nació ante todo la psicología.

¿No sería mejor dejar a la muerte, en la realidad y en nuestros pensamientos, el lugar que por derecho le corresponde, y sacar a relucir un poco más nuestra actitud inconsciente hacia ella, que hasta el presente hemos sofocado con tanto cuidado?

… tiene la ventaja de dejar más espacio a la veracidad y hacer que de nuevo la vida nos resulte más soportable. Y soportar la vida sigue siendo el primer deber de todo ser vivo. La ilusión pierde todo valor cuando nos estorba hacerlo.

Recordamos el viejo apotegma: ‘Si vis pacem, para bellum’: Si quieres conservar la paz, ármate para la guerra.

Sería tiempo de modificarlo: ´Si vis vitam, para mortem´: Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte.”

Así concluye Freud su ensayo Nuestra actitud ante la muerte, dando cuenta de la tensión constante entre Eros y Tánatos. Pregunto: ¿Qué enseñanza nos deja la tremenda experiencia de esta pandemia? ¿Cuánto de nuestro desamparo pudimos resignificar? ¿Qué será esto de prepararse para la muerte? Siendo lo más convocante para mí el considerar “la partida de ajedrez”, preparándonos lo mejor posible para jugarla.

La biblia hebrea empieza con la palabra (Breishit) cuya letra primera es la bet (B) y termina con la palabra (Vaial) cuya letra última es la (lamed) (L) si cambiamos el orden tenemos la palabra leb (corazón), esto se puede hacer porque no hay vocales en este alfabeto. El valor numérico de estas letras es 22, que es el número de letras que tiene el alfabeto hebreo. ¿Por qué señalo esto? Diré que si juntamos el corazón y las letras, algo se escribirá e inscribirá de esta experiencia que estamos atravesando, para jugar de la mejor manera posible esta difícil partida de ajedrez que nos toca vivir.

Bibliografía

Freud, Sigmund

                “De guerra y muerte. Temas de actualidad” (1915), A.E., Tomo XIV, 1984

                "Totem y tabú" (1913). A.E., Tomo XIII, 1986