Crímenes de masa
Propuesta N° 005
martes 02 de noviembre / 19,00 PM

18:00 NY / 17:00 PE, EC / 16:00 MX / 22:00 POR / 23:00 SP, IT

Zoom Finalizado

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Presenta/n: Adriana Flora Yechua (APA), María del Carmen Cayupan (APA).
Conducción: Adriana Yechua
Coordinación: María del Carmen Cayupan



Resumen

Reflexionaremos sobre los fenómenos caóticos de masa, acontecimientos en los que los hombres son autores de hechos criminales contra grupos sociales vividos como diferentes. Abordaremos los hechos acontecidos en la matanza de indios americanos y el holocausto tomando los aportes de Freud, los conceptos sobre desarrollo del psiquismo de Montevechio y de núcleo gliscocárico de Bleger. Bibliografía Freud, Sigmund (1914): Tótem y tabú. Ed. Amorrortu, tomo XIII. Montevechio, Blanca (1999): Las nuevas fronteras del psicoanálisis Dionisio, Narciso, Edipo. Ed. Lumen, Buenos Aires. Relatos de historia oral aportados por la Dra. Dora Bordegaray, Ministerio de Educación.






Ampliación/Descripción

Crímenes de masa

En este trabajo reflexionamos sobre los fenómenos caóticos de masa, acontecimientos en los que los hombres son autores de hechos criminales contra grupos sociales que son vividos como diferentes. Para comprender dichos fenómenos, recuperamos los aportes de Sigmund Freud en Tótem y Tabú y en El porqué de la Guerra, como así también los conceptos sobre desarrollo del psiquismo de Blanca Montevechio y de núcleo gliscocárico de José Bleger.

En Tótem y Tabú, Freud habla sobre la construcción del psiquismo del self como emergente de la masa, donde todos eran uno para cometer el parricidio.

Blanca Montevechio se refiere a un estadío de desarrollo del aparato psíquico al que llama Dionisíaco, el cual coexiste con niveles de mayor diferenciación y de aparición posterior. Su teoría se apoya en el concepto de núcleo gliscocárico de Bleger, que hace referencia a una trama indiferenciada, sincrética y sinscicial compuesta por la diada madre-bebé con el todo, que contiene las protofantasías, herencia arcaica de la humanidad, y se caracteriza por ser caótico, violento, siniestro y no reprimido. Este núcleo se moviliza por conflictos en los vínculos con el Otro, produciendo síntomas que, generalmente, se manifiestan en fenómenos de masa, donde se pierde el self, sus intereses y se anula libertad de manera autodestructiva.

Esta estructura queda sumergida en el aparato psíquico y está presente junto a otras de posterior desarrollo y complejidad. El núcleo gliscocárico se manifiesta en el arte, en las experiencias místicas y religiosas, conteniendo y controlando los aspectos violentos. Cuando estos aspectos no se pueden controlar, aparece de manera directa en las guerras, matanzas y torturas.

En este marco, abordaremos algunos relatos sobre la matanza de indios sudamericanos y acerca del holocausto.

En una ciudad de La Pampa, una mujer ranquel, narra:

“Un tío bisabuelo fue tomado por los milicos en la campaña del desierto, lo torturaron durante tres días, que era el tiempo que según ellos tenía el indio para aprender a hablar como la gente, en español. Pasaron los tres días, comenzaron a chucearlo y maltratarlo hasta que le cortaron la lengua. Herido, se abrazó a su madre, derramando su sangre sobre sus vestiduras, un delantal blanco; murió entre sus brazos. La madre guardó el lienzo blanco con la sangre de su hijo, lo guardó en una bolsa de cuero de vizcacha. Cuentan sus descendientes que varios años después, una de las hermanas del indio sacó el contenido de la bolsa, y apareció en el lienzo la imagen plasmada del hermano muerto.”

El trauma toma el carácter de actual. Lo narrado se presenta como leyenda mítica, aparece el sincretismo con contenidos que representan el avasallamiento del pueblo aborigen y los componentes religiosos del agresor. La imagen del indio se condensa con la imagen de Cristo. La madre también es una madre como la Virgen María y su hijo un héroe sacrificado como Cristo. Este hecho traumático e histórico queda como una leyenda mítica que remite al sacrificio del hijo.

En agosto del 2002, un grupo de investigadores coordinó un taller dentro de un programa de capacitación docente en la provincia de Chaco, El Impenetrable. La población que habita en ese territorio se conforma, en su mayoría, por wichis que alcanzaron un grado de maestros auxiliares docentes. El objetivo del taller era elaborar los sucesos de discriminación que sufren los pobladores, así como fortalecer la identidad de las comunidades wichis.

En este encuentro, una de las docentes relató haber encontrado, en el terreno de su casa, huesos humanos, que creyó que eran del comandante Frías y de sus soldados. Hizo la denuncia, sin lograr interés en las autoridades del lugar. Nadie comentó el hecho tan impactante de encontrar huesos humanos. Cuando ya concluía el taller, una de las auxiliares wichi, con la cabeza gacha, voz rítmica y pausada relató: “Mi abuela lloraba, y lloraba… Cuando venían los blancos ella sabía que tenía que agarrar a los más chicos y escapar al monte… Días después volvía y encontraba a todos muertos…”. Le preguntaron de dónde era su abuela y, en lengua wichi, contestó que era de la localidad de la comandancia de Frías.

Para referirnos a las víctimas del holocausto, relataremos la novela de Osvaldo Bayer “Rainer y Minou”.

Minou es una joven judía argentina que migra a Berlín para realizar su primera película. La recibe Rainer, director del instituto de cine; ambos se enamoran platónicamente.

A partir de este vínculo, Rainer comienza a recodar los crímenes de su padre, quien llevaba de la mano a los niños que iban a ser exterminados. Encuentra una foto de una niña con un vestido bordó, una de las que llevó a la cámara de gas, la conecta con la figura de Minou y se desencadena su psicosis. Le pide a Minou que se vista de ese color porque sentía que resucitaba a la niña. Deja su cargo.

Uno de los antecedentes de la psicosis es que Rainer no podía comprender por qué a su padre lo llamaban “perro sanguinario”… “Ninguna presa se puede ocultar de ellos”. Al descubrir el significado grita: “asesino, bestia, me avergüenzo de tu sangre”.

Minou se enamora de otro hombre y él decide suicidarse, pero antes se despide de ella. Cambia la cerradura para que su hermana no entre a la casa, se mira al espejo, entra al baño, llena la bañadera, se seca, se acuesta, y se deja morir por inanición. A pesar de su pedido de yacer lejos del padre, la hermana lo entierra junto a él.

La historia de Dora es recuperada a partir de un taller realizado por una antropóloga en las comunidades nativas: Dora es una mujer tehuelche de 60 años que se comunicaba en su lengua nativa con fluidez, dejó de hablarla al casarse y la recuperó luego de los talleres realizados.

Cuenta Dora que cuando llegaron los científicos creía que habían llegado los militares: tomaron muestras de sangre, midieron cuerpos, cráneos, moldearon un mascara de yeso sobre el rostro vivo y anestesiado de su madre, dijo D-Dora- la mataron un rato.

Dora ocultaba su origen haciéndose pasar por chilena, nacionalidad menos discriminada en esa época de colonización en la que los niños eran traslados a instituciones para huérfanos. Una de las primeras cosas que se pierde en la conquista es la lengua, producto de la violencia ejercida por los conquistadores.

Nuestras reflexiones                                                                                                                                    

Como consecuencia de la violencia ejercida en estos pueblos queda el dolor, la vergüenza, el sometimiento, el ultraje de la dignidad. Se construye el relato mítico como un intento de elaboración del trauma, donde, condensada y sincréticamente, aparecen contenidos de la cultura opresora. Así, el mito de la imagen plasmada en el delantal de la madre del hombre wichi queda ligado al mito de Cristo.

En las reuniones llevadas a cabo con los representantes de las comunidades indígenas, los delegados sostuvieron que no querían que en las escuelas se les enseñara Historia a sus hijos, sino que deseaban que aprendieran sus propios mitos. Pensamos que esta necesidad se debe a que dichos mitos llevan contenidos la verdad del trauma y que, por lo tanto, a partir del recuerdo se intenta continuar la elaboración de lo traumático.

En estos casos, hay aspectos de reinserción en lo social pero, también, hay un intento permanente de ligar lo traumático como una manera de sobrevivir a lo siniestro. Entendemos que en estos hechos traumáticos hay aspectos que no se pueden elaborar, sino que la única posibilidad es tenerlos presentes preservando la memoria de los pueblos, para evitar nuevas consecuencias trágicas.

Los aspectos transgeneracionales pueden salir en procura de organizar una historia y un mito. En cambio, si están obstaculizados, emergen entidades sin historia.

Consideramos que la vida en comunidad garantiza la protección, preserva el derecho a la vida y reconstituye la identidad, resguardando el aparato psíquico.

Dra. María del Carmen Cayupán

Lic. Adriana Yechúa