La teoría de la representación, en los albores del psicoanálisis, surgió con una característica aun vigente en las conceptualizaciones contemporáneas de nuestra disciplina: la de ser mediadora entre las múltiples instancias heterogéneas que conforman el psiquismo, bien sea desde una acepción que considera a la representación como una objetivación cuyo destino es subjetivarse -haciéndose carne-, mientras que la pulsión se contiene y se transforma, o bien sea desde otra vertiente que la considera -a la representación- como una delegación de cuyos contornos se sugiere algún aspecto de lo real. Imágenes que el malestar en la cultura cancela por dos vías: haciéndolas estallar en la medida en que estas no logran acotar las intensidades que la nutren o, caso contrario, desvitalizándolas, cuando todo contacto con aquel quántum que le aporta consistencia permanece execrado de sus formas.
Gabriela Goldstein y Nelson Coelho Jr. abordarán algunos itinerarios de la imagen en la intersección de una práctica clínica que igual dialoga con el canon de nuestra disciplina (Freud, Ogden, Civitarese, Lacan) que con los pensadores que han revelado otras aristas de la misma y que conciernen al quehacer del psicoanalista (Merleau-Ponty, Didi-Huberman-Aby Warburg).