La envoltura psíquica del encuadre y del sueño en un tratamiento psicoanalítico de pareja
Ezequiel A. Jaroslavsky[1]
"Para mí, un trabajo de tipo psicoanalítico se debe realizar allí donde surge el inconsciente: de pie, sentado o tumbado; individualmente, en grupo, o en una familia; durante la sesión, en el dintel de la puerta, al pie de una cama de hospital…”
Didier Anzieu (2001)
Didier Anzieu (1976) fue el primero que desarrolló el concepto de envoltura psíquica. Didier Houzel (1987) denomina envoltura psíquica al plano de demarcación entre el mundo interior y el mundo exterior, entre el mundo psíquico interno y el mundo externo.
El concepto adquiere importancia cuando nos encontramos con patologías fronterizas o déficits en la constitución del narcisismo, y, también, en el trabajo con familias y grupos, donde adquiere relevancia pensar en el continente del psiquismo individual e intersubjetivo (familia, grupos etc.), más que en el análisis clásico de los contenidos.
Freud (1895), en el proyecto de psicología para neurólogos define una instancia, el yo, que establece límites y es continente del psiquismo. En el Yo y el Ello (1923), escribe lo siguiente: “el yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, el mismo, la proyección de una superficie”. Agrega en una nota al pie “…El yo deriva en última instancia de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo. Cabe considerarlo, entonces, como la proyección psíquica de la superficie del cuerpo, además de representar (…) la superficie del aparato psíquico”.
Según Anzieu (1993), la noción de envoltura psíquica es más abstracta y general que la metáfora del yo-piel; incluye varias ideas, como bolsa que contiene; borde que delimita; interfase que pone en contacto dos realidades separadas; frontera que filtra el pasaje; esfera autosuficiente y dominio manifiesto de los afectos latentes (poder contenerlos). Cada idea positiva remite a un reverso negativo, por ejemplo, la envoltura bolsa es lisa, homogénea y sólida y su reverso es estar perforada, tanto en la normalidad (orificios naturales), como en lo patológico (bolsa rota o agujereada).
Podemos pensar junto con Anzieu y Missenard (1987) que el sueño es un saco contenedor, una barrera de protección y una membrana activa.
Al ampliarse el psicoanálisis clásico con otros dispositivos, como el psicoanálisis familiar, de pareja, de grupo, y de instituciones, para tratar los sufrimientos psíquicos que tienen su origen en los trastornos de los límites, tanto internos como externos del aparato psíquico, (los estados límites) tenemos que tomar en cuenta las envolturas psíquicas supraindividuales y sus patologías.
Nos encontramos con una nueva realidad psíquica y un espacio psíquico, que no se reduce a considerar a sus integrantes en forma individual. El espacio onírico en el cual se desarrolla el sueño, no es un espacio cerrado, está abierto a tres espacios: al psíquico individual y corporal; al intersubjetivo (familiar o grupal, etc.): y al socio-cultural.
Pareja Amanda y Roberto
Amanda comienza la sesión: “tuve un sueño, tenía una bolsa rectangular, de un color azul fuerte, que contenía comida, una bolsa de supermercado de tela, y súbitamente descubro que está vacía, que ha desaparecido la comida, y me angustio”
(Se queda en silencio angustiada)
Roberto, (sorprendido): “yo también tuve un sueño, soñé con mi mochila, de repente la miro y noto que desapareció la notebook”. (Habitualmente concurre con una mochila muy cargada, donde lleva sus libros de matemáticas y su notebook).
Terapeuta (sorprendido por la coincidencia): “¿recuerdan algo más?”
Roberto: “la mochila era rectangular como la bolsa de Amanda”.
Terapeuta: Señalo la similitud de la forma de la mochila y la bolsa en ambos relatos del sueño, y que los dos mencionan cosas que se pierden o desaparecen. Seguidamente ambos hablan de la hija de Amanda de su primer matrimonio.
Amanda: Mi hija tuvo una relación con otra cantante, fue pareja de ella hasta el año pasado. Era una relación tormentosa, terminó, pues, ella decidió separarse y a partir de ahí mi hija entró en crisis, angustiada y muy depresiva.
Varios meses antes, en una sesión conmigo, la hija llamó al celular de Amanda muy angustiada, y en ese momento se enteraron de la ruptura. Aunque me habían contado que tenían temores que su hija se suicide, no le dieron mucha trascendencia a esta noticia. Les mostré, entonces, la negación de la importancia del llamado, sugiriéndoles que la acompañaran, pues, la hija vivía una situación de desapuntalamiento psíquico producido por la separación. Ambos decidieron invitarla a pasar unos días en su casa, a pesar de que la convivencia es difícil con ella.
Luego, cuentan que la esposa de una pareja amiga, tiene a su madre con un cáncer terminal a quien le dieron un mes de vida y ya pasaron 6 meses, causándoles gastos de enfermeras y cuidadoras que no pueden solventar. La madre no acepta ser internada en un establecimiento, lo que les aliviaría los gastos, pues, ellos están en una situación económicamente muy precaria, y sus amigos le han organizado un festival musical para ayudarlos. La hija de Amanda participa como cantante y ellos pensaban ir también.
Su hija al enterarse que su ex pareja va a ir al festival, y que su madre no va a ir, se angustió, y le reprocha diciendo “no me apoyás”, generando un escándalo, e insultándola.
Roberto, por su parte, comenta que también la hija lo llamó y que se enojó con él, al enterarse que apoyaba la decisión de Amanda (si bien no es el padre biológico, es considerado afectivamente como un padre por ella).
Terapeuta: “Mencionaron pérdidas en el relato de sus sueños, pues, tienen temor, por la crisis de su hija, y también porque temen perder la estabilidad que lograron”.
Al promediar la sesión Roberto menciona: “Vinimos a verlo porque la anterior terapeuta de pareja desapareció. Teníamos una sesión con ella, tocamos el timbre y no contestó nadie. Durante quince días llamamos sin repuesta. Después supimos que se había ido a Brasil, pero nunca nos llamó lo que vivimos con angustia”.
Al despedirnos Roberto comenta: “la vi hace unos meses por la calle, no me reconoció, yo sí, estaba aquí en Buenos Aires”.
Algunas consideraciones
En el relato del sueño, la bolsa del mercado y la mochila vacíos del contenido, simbolizan sus envolturas psíquicas frágiles, sumiendo a Amanda y Roberto en una desestabilización con intensa angustia. El encuadre cumple una función de envoltura psíquica continente de ambos y también del analista. Allí se depositan, según Bleger (1966), los aspectos más simbióticos o indiscriminados del psiquismo, lo glischocarico o sea el meta-yo del paciente (también del analista). El encuadre es la fusión más primitiva con el cuerpo de la madre, yo agregaría la envoltura psíquica materna.
El encuadre proporcionado por el analista es una envoltura que restablece la simbiosis original con el fin de modificarla. Subraya Bleger (1967) que “la dependencia y la organización más primitiva del paciente solo pueden ser analizadas dentro del encuadre del analista, que no debe ser ni ambiguo, ni cambiante, ni alterado”.
En la vida de ambos hubo pérdidas. Amanda vivió situaciones de desestabilización económica, dificultades alimentarias, y de vivienda, en su infancia. Frecuentemente vivían en pensiones y les faltaba la comida. El padre era un jugador compulsivo que se gastaba el dinero en el juego, y la madre no tuvo trabajo, y no sabía, por sus falencias psíquicas, cómo resolver las situaciones de fragilidad económica y afectiva en que vivían.
En el caso de Roberto la notebook y los libros de matemática que le sirven para sus clases y que lleva habitualmente en su mochila, son muy valiosos. Se ha refugiado en las matemáticas que le han brindado un espacio de reconocimiento (es profesor universitario) y estabilidad económica. En su pueblo natal sufrió situaciones de descuido y desamparo. Al venir a estudiar a Buenos Aires vivió en situación de calle durante un tiempo, con grandes carencias económicas.
Durante las sesiones, el relato de sus sueños y sus asociaciones (cadena asociativa vincular), reviven angustias relacionadas con situaciones desestabilizantes y traumáticas de su infancia y adolescencia; y en relación con la hija de Amanda (tuvieron temores a su suicidio); que se actualizan en el espacio transfero-contratransferencial de esta sesión.
El espacio común y compartido de las sesiones les posibilita apuntalar su psiquismo en la estabilidad del encuadre y la persona del analista, Roberto al referirse a la desaparición de su anterior terapeuta dijo: “Con usted no pasa esto. Usted está siempre, no tenemos problemas”. El encuadre estable (no rígido) es una envoltura psíquica continente, en la cual se puede apuntalar el psiquismo de ambos. Al depositar sus aspectos simbióticos (no yo) en el mismo, (Bleger 1966), posibilita los procesos de simbolización y ensoñación, el relato del sueño en sesión, y permite la elaboración psíquica a través de sus sueños compartidos y su elaboración en el espacio (envoltura) continente, de sus carencias afectivas reactualizadas en la sesión.
Bibliografía
Anzieu D. (2001), Psicoanalizar, Biblioteca Nueva, pág. 530, Madrid.
Freud S. (1923-25) El yo y el ello, pág. 27- 28, Amorrortu.
Houzel (1987), Las envolturas psíquicas. Amorrortu.