c. El resurgimiento de lo arcaico en tiempos de la pandemia
Propuesta N° 0002
2020-11-12 / 15:00:00

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Presentan: Silvia Leguizamón (APA), Telma Barros Cavalcanti (FeBraPsi).



Abstract:

En el presente trabajo las autoras proponen la reelaboración de un caso clínica de un caso que se interrumpe durante la pandemia y que el paciente decide retomar en forma virtual, desbordado por la angustia, pero con una modalidad de trabajo nueva desencadenada por la emergencia sanitaria.

 

 

 







Texto breve:

El presente texto fue elaborado a partir de los elementos que fueron surgiendo en un paciente que se alejó frente al cambio de encuadre a causa de la pandemia, pero que la misma pandemia lo llevó a retomar el análisis en un contexto virtual con un sorprendente cambio en su proceso.

Esto nos pone frente a una temática elemental del Psicoanálisis, la sexualidad infantil, fundante del aparato psíquico y de la investigación clínica del analista. Ello nos lleva a pensar a una sexualidad que Freud concibe dentro de las series complementarias, borrando definitivamente en 1916-17 el origen causal del 1894, la decepción de la neurótica lo lleva a la concepción de una conformación psíquica con múltiples entradas. Madeleine Baranger (2007) nos dice que lo que define el Psicoanálisis es: la sexualidad infantil, la pulsión y sus destinos, el inconsciente y la transferencia. Una sexualidad infantil que se abre al principio del placer y que a través del encuentro intersubjetivo da lugar al nacimiento psíquico. Será la pulsión que en la historia infantil del encuentro definirá en cada individuo un recorrido sexual que signará el destino de sus pulsiones y la fuerza que lo conducirá a dar forma al propio inconsciente reprimido y no reprimido o arcaico preverbal. Todo ello se nos hará presente en la sesión y en los relatos sobre la vida de los pacientes a través de la transferencia, elemento fundamental de nuestra técnica, que a través de la contratransferencia nos permitirá escuchar el arcaico sepulto, desde nuestra función analítica, que nos habilitará al conocimiento de la estructura psíquica del paciente, su organización y vacíos, y fundamentalmente el sufrimiento audible o inaudible que guiará la cura (Baranger[1], 1987).  

Queremos citar una viñeta que venimos siguiendo desde hace un tiempo, y que después de cuatro años, frente a la cuarentena a causa de la epidemia de Covid-19, encuentra un sentido compartido en sus síntomas de encierro, catástrofe e incomprensión.

Para ello deseamos en primer lugar recordar lo que nos dice Winnicott[2] sobre el objeto transicional, una de sus principales paradojas: el yo no-yo, que nace del proceso de ilusión-desilusión, un lento pasaje del objeto objetivo al subjetivo, del adentro al fuera, para que el externo pueda devenir interno, objeto primario, fantasía, frustración y elaboración traumática tolerable que instaura el principio de realidad y la contingencia de un objeto de puede derrotar el deseo a un fin plausible y tolerable. Un intercambio dentro-fuera que se crea desde la creatividad primaria (Winnicott[3], 1953). Una madre suficientemente buena que sostiene, maneja los cuidados del bebé y presenta al niño objetos en forma tal que le permitan crear realidad externa y fantasía interna, identificación y proyección, deseo y realidad, abriendo los caminos al pensamiento, los afectos y las representaciones simbolizantes que enriquecen los procesos psíquicos y la trama pulsional.

En cambio, la falta de una mirada que invista al niño como objeto erógeno entorpece el crecimiento creativo, del encontrar-crear, y de la constitución misma del yo, ya que privado del acompañamiento materno en el crecimiento, la ausencia no deviene ausencia simbolizante, sino falta que crea vacío y empuja al yo a constituirse prematuramente y por ende, precariamente. Un yo debilitado, recibe del objeto primario, de los padres (Freud[4], 1914) o del ambiente facilitador (Winnicott[5], 1965) escasos estímulos en cada paso de su constitución.

 

Durante la cuarentena

Con el cierre la pandemia, un paciente que llamaremos Juan, se niega a pasar a la modalidad virtual, le parecía muy raro y que no le resultaba cómoda, prefiere esperar y volver al consultorio. Quince días después llama y dice que no estaba bien, que se siente muy angustiado. Por lo cual decide aceptar la propuesta online, se ponen de acuerdo y en el primer encuentro la analista le contesta que a pesar de que la situación era nueva, su relación no lo era por lo cual intentarían comunicarse como lo hacían en el consultorio, pero en modalidad virtual.

Así inician las sesiones virtuales y la dinámica de su discurso en el proceso deviene más ordenada y productiva. Durante el periodo presencial, el paciente era muy agresivo, no aceptaba nada de lo que le decía la analista, criticaba continuamente sus interpretaciones y poco a poco ocupaba todo el tiempo, saltando de una cosa a otra, y si lo interrumpían se enojaba.

Era un momento grave, con defensas obsesivas, sádico-agresiva, desaprobaba cada cosa que la analista le decía, generando odio en la contratransferencia, lo que nos recordaba “El odio en la transferencia” de Winnicott[6], ya que es un paciente con una estructura psicótica y riesgo de descompensarse.

Solía vivir una vida en paralelo que lo defendía de una realidad intolerable, lo cual lo llevaba a sentirse fuera de lugar, por eso se escondía en un mundo privado. Un mundo que lo dejaba cada vez más solo. La pandemia lo llevó a compartir su mundo íntimo sin tener que recurrir al personaje defensivo que actuaba en la vida cotidiana, arrogante y omnipotente, que siempre tiene una explicación para todo, como lo era su padre.

Él está hablando de sus propias cuarentenas, encierros, reflejándose en la actualidad de la pandemia. Debemos tener en cuenta que los pacientes graves tienen poco contacto con la realidad externa, que viven todo como una amenaza catastrófica (Bion[7], 1962) inundados de agonías primitivas (Winnicott, 1963?) y dentro de sus propios encierros. Lo que Juan logró fue llevar su mundo paralelo al encierro de la cuarentena, actualizando el bulismo interno que sufrió en su familia y revivió en la escuela.

La primera constatación fue la diferencia entre despertar, desayunar, arreglarse, manejar el auto, llegar al consultorio, esperar que le abran, etc. Dijo que estar en su casa, seguro, le facilitaba hablar de cosas sin necesidad de armar la coraza defensiva como antes. El paciente empieza a hablar de su parte arrogante de acuerdo con la educación recibida en familia, donde la única posibilidad era ser exitoso.

Antes de la pandemia había encontrado al padre que le preguntó cómo iban los negocios, tema que no es parte de su realidad. Finalmente reconoce las exigencias excesivas del padre, lo cual lo sorprende y empieza a sentir un gran alivió. Reconoce que en su análisis se siente escuchado, visto y que le daban otra visión de la vida. Preda de un objeto primario ausente, que no lo veía, una madre que no era suficientemente buena y que le dejó las marcas del vacío, encuentra ahora en su análisis una mirada que lo rescata del encierro, situación de la cual puede empezar a hablar sin corazas o defensas obsesivo-agresivas.

            Esto nos lleva a pensar a un objeto primario deprimido, que no lo acompañó en el proceso de ilusión-desilusión, no le permitió la creación de objetos internos en el tránsito por los fenómenos y espacio transicional para adquirir un contacto con la realidad, con la cultura, lo familiar y social. La pandemia lo lleva a compartir la catástrofe, el encierro, las distancias, el miedo hacia el futuro, las agonías y el miedo al derrumbe que fueron una constante en su vida en un fenómeno colectivo.

 


[1] Baranger, M.: (1987) “La mente del analista: de la escucha a la interpretación”, En: Volviendo a pensar con Willy y Madeleine Baranger. Lumen, Buenos Aires, 1999. (pp. 17-35).

[2] Winnicott, D.: (1953) Capitolo 1: Oggetti transizionali e fenomeni transizionali attraverso identificazione. In Realtà e gioco. Armando Editore, Roma, 2006, (pp. 19-53).

[3] Idem.

[4] Freud, S.: (1914) Introducción al Narcisismo. En Obras completas, Vol. XIV: Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos de metapsicología y otras obras. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1993. (pp. 65-97).

[5] Idem.

 

[7] Bion, W.: (1962) Capitolo 28: Punto 5. In Apprendere dall’esperienza. Armando Editore, Roma, 2006. (pp. 162-163).