c. De cantos de sirena e incertidumbres
Propuesta N° 0012
2020-11-10 / 15:00:00

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Presentan: Mauricio Zulian (APA).
Conducción: María de las Mercedes Zaffore
Coordinación: Daniela Lievendag



Abstract:

Ante la idea de la cercanía del lugar donde habitaban las sirenas, la incertidumbre se hacía tiempo de pánico en un destino no pactado. Pero allí la destreza ante lo aun no conocido, o un saber hacer con el goce, permite crear el porvenir en la incertidumbre.

 

 







Texto breve:

“Yo no sé si a los deseos inconscientes hay que reconocerles realidad; a todos los pensamientos intermedios y de transición, desde luego, hay que negársela”.
Freud interpretación de los sueños).

 

.El canto de las sirenas está cerca de ser solo un cuento, pero alguna vez tuvo forma de realidad. Mito de cuando la urbe comenzaba a instalarse alrededor de los puertos desde donde partían los navegantes.  Mito epocal sin sustento necesario para subsistir como verdad. Era en el principio que Homero ubicaba en él una dimensión de saber en esos seres llamados sirenas, «“… Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas." (Odisea, canto XII). 

Las sirenas fueron aves, peces, hermosas, horribles, malas, buenas, encantadoras… lo único que se mantiene inalterado es su canto… canto como ombligo del sueño. Canto como lo más cercano a la angustia. Un sueño no angustia por la cualidad de su contenido, sino por su virtud de llevarnos a los bordes. En los bordes habitaban las sirenas y esos bordes producen el navegar por los sueños en busca de la felicidad del canto para encontrar, en el mejor de los casos, vaginas dentadas desplazadas a la voz. En la caída en el abismo, el despertar.

Retomo palabras de Blanchot (por su poesía) “Las sirenas: parece que cantaban, pero de una manera que no satisfacía, porque sólo dejaban oír la dirección hacia donde se abrían las verdaderas fuentes,  la verdadera felicidad del canto. … cantos imperfectos, que solo eran aun canto venidero, (…) podían cantar como cantan los hombres y por ello su canto se volvía tan insólito  que despertaba en quien lo oía la sospecha de la inhumanidad de todo canto humano. … Había algo maravilloso en ese canto real, canto común, secreto, canto sencillo y cotidiano, (…) ese canto dirigía a los navegantes, hombres de riesgo  y atrevido movimiento, y que era en sí mismo una navegación: era una distancia… y  de ese movimiento la expresión del supremo deseo.” 

En un cortito movimiento voy a localizar ese saber en una fantasía infantil. Las sirenas ya sean  ave o pez, no tenían, aunque nada diga la leyenda, genitales sino cloaca. Los navegantes vivían al irse a la mar tiempos de incertidumbre, donde el viajero no conoce el destino ni las odiseas que el viaje le implicaran. Ante la idea de la cercanía del abismo sirénico, la incertidumbre se hace tiempo de pánico en un destino no pactado, pero siempre presente. Destino escindido ante el llamado de la mar.

 El principio de incertidumbre de Heisenberg establece la imposibilidad de conocer la cantidad de movimiento de un objeto, e indica que cuanta mayor certeza se busque, menos se conoce. La ciencia no puede localizar al electrón, así como los navegantes no podían localizar a las sirenas. Lo único que garantizaba evitar su encuentro era no hacer tan atrevido el movimiento, y del saber de las sirenas, nunca poseer su verdad.

¿Qué mató a las sienas? Para Blanchot fue el goce mediocre, cobarde, quieto,  calculado, la decadencia anti-heroica y sordera del hombre. Atributos que llevan a los hombres a suprimir el movimiento. Las sirenas desesperanzadas en un canto que ya no vendrá, optaron por tirarse al océano y tal vez sea ese el momento donde pasan de ser ave a pez. Podríamos decir que las sirenas murieron porque ante el pánico el hombre dejó de surcar sus aguas al constituir su verdad como imposible, en el saber de su inexistencia. La ciencia mata la mitología o la convierte en película para niños.

El analista sin embargo ha de buscar ese deseo causado por el orden sirénico, que en algunas teorías podemos pensar como pre edípico y en otras como un Real en tanto verdad imposible que no se encuentra en la supuesta cloaca sino en el decir de un canto, en una voz.

        La incertidumbre siempre está en el movimiento, siempre venidero.

        Tiempos de incertidumbre- tiempos de movimiento.

         Para Blanchot  el relato es el mismo acontecimiento  por venir. Movimiento hacia un punto, no solo desconocido, ignorado, extraño, que no parece poseer, de antemano  nada fuera de este movimiento-relato. Y de donde del mismo relato porvenir, extrae el relato su atractivo y la potencia.

No hay diferencia entre el porvenir y la incertidumbre. Allí la destreza ante lo aun no conocido, o un saber hacer con el goce, que es siempre el propio goce surgido en tanto somos relatores-navegantes en tiempos de subjetivización siempre sirénicos.

La realidad psíquica se conforma en función del principio de placer y de realidad en un intento de sostener la homeostasis, donde sexualidad y muerte coronan la incertidumbre si la escisión del yo permite el atrevido viaje, ¿la represión lo mata?

Si el niño  viene a sesión con su relato,  nos cuenta de las sirenas, y el analista interviene aludiendo a su inexistencia o no, el relato se convierte en hipótesis con una dirección y una meta. Las sirenas desaparecen en un último acontecimiento. Muere también el analista.

Si el analista permite el juego del relato, el relato se relata a sí mismo a medida que se realiza. La realidad que se describe se une a la realidad del relato, y es la realización su garantía. En ese juego el paciente puede llegar a oír el canto de las sirenas, es convertirse en el Homero a partir del Ulises que uno era. El analista permite poseer un relato propio fundante. 

En sesión, paciente y analista comparten el relato, donde Homero, Ulises, sirenas… circulan en relaciones que podrían caer en lo intersubjetivo, donde la clínica que ejercemos se extingue no en la llegada a un abismo, donde relanzar el viaje, sino en la suspensión del viaje. ¿Cuál es el lugar del analista en estos intercambios? No será el de ninguno de los personajes, ni tampoco el del escribiente. El lugar del analista es el del relato mismo, motor y obstáculo cuando puede alojar en su presencia el acertijo, para presentificar la voz del canto. Allí su función de causar el movimiento y la incertidumbre.

Si el analista sanciona como ley el principio de incertidumbre, deja de ser analista para ser científico.

Si el  analista no hace silencio, para realizar algún pacto desde el yo, “el coronavirus mata o no mata”. Allí en la realidad material lo Real (como imposible se pierde sin causarse como escritura); cuando en lo simbólico un discurso se ha escrito queda velado el origen del canto motor del relato. El relato conduce a los abismos, para solo situarse en los bordes donde se permita una escritura. El acto analítico anota la imposibilidad como movimiento para relanzar la incertidumbre a una odisea nueva.  Analista voz, que habrá que diferenciar de las sirenas dentadas con cloaca que ya no cantan, y de la religión y la ciencia que no hacen silencio.

Analista causa de movimiento del supremo deseo. Deseo de moverse desde el pánico a la incertidumbre.

 

BIBLIOGRAFÍA

Blanchot, M. 2002. El libro que vendrá. Madrid. Editora Nacional.

Freud, S.

-(1900 [1899]). La interpretación de los sueños. 1996. OC. T IV y V.  Buenos Aires, Amorrortu editores.

-(1908 [1907]). El creador literario y el fantaseo. 1996. OC. T IX.  Buenos Aires, Amorrortu editores.

-(1919). Pegan a un niño. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. 1996. OC. T XII.  Buenos Aires, Amorrortu editores.

-(1919). Lo ominoso. 1996. OC. T. XVII.  Buenos Aires, Amorrortu editores.

- (1920). Más allá del principio del placer. Obras Completas. Tomo XVIII. Amorrortu Editores. Buenos Aires.

Lacan, J. 2012. Libro 19 …O peor. Buenos Aires, México, Madrid Ed. Paidós.