c. La histeria, hoy
Propuesta N° 0057
2020-11-10 / 17:00:00

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Presentan: Sara Zusman de Arbiser (APA).
Conducción: Alejandra Gómez
Coordinación: Fernando Nievas



Abstract:

Actualmente, la histeria se presenta con menor frecuencia como condición sintomática. Es más común como trastorno de la personalidad que puede ir acompañado de manifestaciones fóbicas, obsesivas o paranoides y manifestaciones corporales como equivalentes de angustia: trastornos somatopsíquicos e hipocondría. La idea central de Freud se mantiene: nos encontramos frente a la irrupción involuntaria de fantasías inconscientes.

 

 







Texto breve:

Intentar recorrer la historia de la histeria es, sin lugar a dudas, transitar la historia del psicoanálisis. A través de esa trayectoria podemos descubrir la diversidad  de opiniones de muchos autores que se ocuparon de la histeria, e incluso ciertas contradicciones en el mismo contenido de la obra freudiana.

    El  gran ataque fue el fenómeno inicial de manifestación de la histeria como síntoma y como valor diagnóstico. Es importante recordar que, aun en tiempos de Charcot y en “Estudios sobre la histeria”,  no era la única sintomatología que se describe de esta neurosis.

    En la actualidad, la histeria se presenta con menor frecuencia como condición sintomática. Es más común  como trastorno de la personalidad.

    La idea central de Freud se mantiene: en la histeria nos encontramos frente a la irrupción involuntaria de fantasías inconscientes.

     Freud quedó sumamente impresionado por la transferencia de que es capaz la histérica, a partir de la cual postuló su famosa clasificación de las neurosis en "neurosis transferenciales" y "neurosis narcisistas";

    Los síntomas histéricos o específicamente los síntomas de conversión pueden ir acompañados de manifestaciones fóbicas, obsesivas o paranoides.

    Se deben tomar en cuenta también otras manifestaciones corporales tales como equivalentes de angustia, neurosis de órgano, trastornos somatopsíquicos o hipocondría.

    La fantasía inconsciente, al retornar de manera distorsionada tras la represión puede, como señala Freud, encontrar expresión en un síntoma o ataque de conversión, pero con mayor frecuencia en nuestros pacientes modernos, en los trastornos de carácter y en la actuación.

      Especial significado tiene la regresión que sufren algunas funciones del yo como la labilidad emocional, la sugestibilidad, la perturbación de las relaciones objetales y la angustia difusa.

     Los histéricos son personas que viven su vida sexual en la fantasía como una mera prolongación atemporal de sus fantasías edípicas infantiles.

     El carácter histérico puede considerarse como un reflejo del conflicto interno con prescindencia de sus manifestaciones sintomáticas.

     Freud ya lo señaló  en el "caso Dora" cuando afirmaba que no sólo los síntomas de Dora eran histéricos, sino también sus sentimientos y su conducta, y que la reacción de una joven ante un encuentro sexual será histérica si refleja de una manera particular un cierto tipo de conflicto, independientemente de si desarrolla o no síntomas y de si tiene o no tendencia a la conversión. "Considero histérica a toda persona que en una situación de excitación sexual no experimenta sensación alguna o experimenta repugnancia".

    En ausencia de síntomas efectivos conversivos podemos hablar de carácter o personalidad histérica.

     Una paciente, mujer de 34 años de edad, que se había psicoanalizado en varias oportunidades en el curso de su vida, con ocho analistas varones, inicia su noveno tratamiento conmigo, “Es la última tentativa que hago",

    Se había casado cinco veces. Todos sus matrimonios fueron breves, de un año de duración o menos aun, al igual que los otros intentos de pareja en los períodos de separación entre los matrimonios.

   La violencia y el odio caracterizaron cada una de sus separaciones. A pesar de no utilizar métodos anticonceptivos no había quedado embarazada en ninguna oportunidad.

    El motivo manifiesto por el que me consulta es porque tiene poco tiempo biológico para poder tener hijos y esa es su meta actual.

    El relato de sus tratamientos anteriores estaba teñido de recuerdos de actitudes seductoras hacia sus analistas. Así como todas sus relaciones fueron siempre sumamente erotizadas, se va creando un clima con iguales características en el nuevo campo transferencial.

    Alertada por los relatos de sus experiencias analíticas previas y por mis sensaciones contratransferenciales, estoy sumamente atenta a este aspecto resistencial.

    Su comportamiento era hiperfemenino en la presentación, en la mímica, en el andar, el vestir, etc.,  asociado con frigidez. Frigidez, no como una incapacidad de experimentar placer, sino más bien como una especie de rechazo, una negación e incluso una lucha contra el placer.

    En esta paciente pude observar los efectos particulares del complejo de Edipo invertido actuando inconscientemente, coincidiendo con una elección heterosexual de objeto en el preconsciente.

   Sus intentos reiterados de acercamiento a distintos hombres encubrían el vínculo de fidelidad con la madre y un deseo hostil al padre.

   El punto central de este análisis fue la elaboración del conflicto preedípico que le impedía la unión con el hombre.

Fue fundamental el reconocimiento de distintos aspectos identificatorios con la figura femenina, por un lado la mujer madre, como su propia madre, que podía tener hijos pero que rechazaba la vida sexual. Se identificaba también con "la otra", aquella que se encontraba con el padre fuera de la casa familiar, aquella con la que él gozaba sexualmente.

    En la vida sexual de esta paciente se repetía esta historia familiar. Cuando ella era "la otra", la que se relacionaba con el hombre de otra mujer, podía gozar sexualmente. Pero tenía muchas dificultades de mantener el deseo sexual con un hombre que no compartía con otra mujer.

    Esta frigidez de la histérica constituye la obediencia a la demanda de un otro, o más bien de una otra, de una madre frígida con el padre.

    Después de tres años de tratamiento y de lograda su segunda maternidad interrumpe su análisis. La meta por el que lo inició se cumplió.

   Cuando parece haberse alcanzado, formalmente, la madurez sexual mediante el matrimonio vemos aparecer la evitación de la sexualidad genital bajo diferentes disfraces, que en este caso fue el del embarazo permanente.

   La paciente vuelve a consultar cuatro años después, para plantearme nuevamente las mismas preguntas que en el inicio de su primer tratamiento. Entonces se quejaba de que sólo podía ser "la otra", la que se encontraba a escondidas con un hombre para poder gozar y sufría porque no podía tener hijos. Ahora sufre porque tiene sus hijos pero no puede gozar .

   El motivo que la inquieta en esta oportunidad es que el marido le ha confesado que mantiene relaciones sexuales con otra mujer desde hace más de un año.

    “[…] El comportamiento de las histéricas las lleva efectivamente a verse abandonadas, con lo que se instala un círculo vicioso muy difícil de romper [... ]”  Sexualidad femenina, Lucien Israel.

 

   Se ha dicho que la histérica no sabe si es hombre o mujer. También se ha mencionado la homosexualidad de la histérica.

   En realidad no se trata de homosexualidad sino de insuficiencia del hombre como sujeto deseado.

   Entendemos que la histérica intenta identificarse con el hombre deseante. Esta paciente procura identificarse tanto con su marido, sujeto deseante, haciendo lo necesario para que ese deseo se mantenga, como con el objeto deseable, la mujer con la que el marido se encuentra fuera de la casa.

   La llamada homosexualidad de la histérica está destinada a servir como mediadora entre un objeto considerado deseable y un objeto deseante.

La paciente, a partir de la legalización de su vida sexual (matrimonio con hijos), no percibe sus deseos sexuales. En este caso el trauma no es la invasión de un cúmulo de excitación, sino el descubrimiento de que en una situación donde se debería sentir algo no puede sentir nada, tiene prohibido el goce sexual.

Conclusiones:

    El punto central del análisis de esta paciente fue la elaboración del conflicto preedípico que le impedía la unión con el hombre.

   Fue fundamental el reconocimiento de distintos aspectos identificatorios con la figura femenina: por un lado, la mujer madre, como su propia madre, que podía tener hijos pero que rechazaba la vida sexual, y por el otro, "la otra", aquella que se encontraba con el padre fuera de la casa.

   En la vida sexual de esta paciente se repetía esta historia familiar.