b. El valor de las potencias del sujeto / Acerca del sentimiento de impotencia/desvalimiento
Propuesta N° 0064
2020-11-18 / 17:00:00

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Presentan: Carlos Eduardo Tkach (APA).



Abstract:

Trataremos el aporte de Hugo Bleichmar de traducir la Hilflosigkeit freudiana como sentimiento de impotencia/desvalimiento para trabajar clínicamente además de la significación de dicho sentimiento, también la apreciación de las potencias, recursos y fortalezas. 

 

 







Texto breve:

Si bien la posición de no saber es una de las condiciones de aplicación del método a la singularidad de lo que produce cada paciente en cada sesión con su propio saber, considero que no es menos cierto que nuestro saber, que acumulamos en nuestra experiencia, en nuestro análisis, en las supervisones y en las lecturas del saber que otros han producido, mejora e ilumina nuestra captación de la producción de los pacientes. En la clínica oscilamos permanentemente entre ambas posiciones de acuerdo al momento singular de la sesiones y de la situación de los pacientes. Cualquier lectura de cualquier autor de cualquiera de las teorías psicoanalíticas puede abrirme la escucha, la mirada y la lectura en mi trabajo. Me sostiene aquí el paradigma de la complejidad, tanto en la concepción de lo psíquico como de nuestras posiciones en la práctica.

Deseo transmitir lo que me ha aportado en el trabajo clínico el estudio de las ideas de Hugo Bleichmar acerca de su precisión de concebir la Hilflosigkeit freudiana como sentimiento de impotencia/desvalimiento. Su puntuación acerca de la impotencia, no la había encontrado en muchos otros desarrollos. Vino a nombrar y esclarecer una intuición que me surgía y utilizaba en mi práctica, en especial, aunque no únicamente, cuando los pacientes atravesaban estados de angustia y depresión agudos.

En mi tesis de doctorado acerca de la neurosis infantil y la neurosis de angustia, hice una revisión de las teorías de la angustia en Freud y una puesta al día de su destino en la historia de psicoanálisis. Hasta allí entendía lo hoy ya clásicamente aceptado en la actualidad. En Inhibición, síntoma y angustia, esta última indica la vivencia de una situación de peligro de caer en la situación traumática, caracterizada como la vivencia de desvalimiento, es decir, el desvalimiento vivenciado pasivamente, ya ocurriendo, siendo entonces la angustia la vivencia del peligro – por eso señal – de caer en dicho desvalimiento, que podría acontecer. Freud llega a esta precisión al pasar a concebir la angustia también como una reacción frente al peligro de una pérdida, una separación, del objeto. Desvalimiento, como es sabido, remite a otras significaciones conectadas que han ampliado su importancia: desamparo, indefensión, carente de ayuda, de socorro. Sentirse sin recursos, sin protección del otro, sin auto-protecciones, sin defensas.

La inclusión de Hugo Bleichmar del sentimiento de impotencia implica una apertura a la creencia del sujeto en su falta de potencia, en su desvalimiento, que se trata de su propia estimación, no de una condición objetiva. La vivencia de que por sí mismo, (el lactante tomado como modelo), no puede salir de la exigencia que la pulsión le impone desde su interior. Por el hecho de que no puede, de que es impotente, requiere del objeto externo, “que si falta genera – segundo tiempo – el sentimiento de desvalimiento, de desamparo, de carencia de socorro”. Afirma que es una deuda del psicoanálisis el no haber desarrollado una clínica de la Hilflosigkeit freudiana e indica que a partir de la década de los veinte llama la atención el poco peso que tiene en la clínica psicoanalítica. Reconoce que fue gracias a Bibring (1953) que en su estudio acerca de la depresión, “el concepto dejara de ser una mera alusión al momento inicial de la vida y pudiera ser empleado para entender toda una gama de fenómenos”. Para caracterizar el estado depresivo, Bleichmar retoma la idea de Freud de la “insatisfacible carga de anhelo” como lo específico de la reacción a la pérdida de objeto. De allí proviene el sentimiento de desesperanza en cuanto a la irrealizabilidad del deseo que deviene la representación que la persona se hace de sí misma como de alguien sin poder, impotente para modificar el estado de cosas, “poder para realizar su deseo, para imponer un curso a los acontecimientos internos y externos”. Ubica así el sentimiento de impotencia/indefensión como núcleo de la depresión. Dicho sentimiento inconsciente no sólo emerge en la conciencia a través de múltiples miedos sino que también se encuentra en la base de ciertas depresiones narcisistas. El sujeto, ante un poder que evalúa como que lo supera, puede sentir miedo, o hacer el centro de esa experiencia en el sentimiento de inferioridad, en este caso el ‘yo no puedo’ si es metabolizado en un código narcisista lo transforma en ‘si yo no puedo…yo no valgo’ (Bleichmar, 2008).

Estamos entonces frente a dos reacciones posibles, que podrían combinarse: por un lado, la reacción al peligro-amenaza de pérdida del objeto, la angustia, de caer en la situación traumática, el estado de impotencia/desvalimiento; y por otro, la reacción a la pérdida del objeto, el dolor, dando el objeto por perdido, que conduce también a un estado de impotencia/desvalimiento, con una carga de anhelo insatisfacible, que llevaría a la tristeza y al estado depresivo, con su núcleo, el sentimiento de que el deseo es irrealizable.

Agreguemos también que estados de angustia o angustia traumática persistentes podrían producir un estado de resignación y depresión, abandonándose el sujeto al ‘yo no puedo’.

El sentimiento de impotencia, ilumina de otro modo el desvalimiento, el desamparo y la indefensión. Porque alude a las potencias del sujeto, sus diferentes recursos, que cree, estima, no tener ni disponer: capacidad, facultad, aptitud, poder, fuerza, vigor, energía.

Freud se refiere a la impotencia para caracterizar desde el punto de vista económico la situación traumática: la situación de peligro (que provoca la angustia señal), de la cual el sujeto quiere resguardarse, “es la de la insatisfacción, el aumento de necesidad, frente al cual es impotente, en que las magnitudes de estímulo alcanzan un nivel displacentero sin que se las domine por empleo psíquico y descarga”. Desvalido frente a la situación que enfrenta: “sea que el yo vivencie en un caso un dolor que no cesa, en otro una estasis de necesidad que no puede hallar satisfacción, la situación económica es, en ambos, la misma, y el desvalimiento motor encuentra su expresión en el desvalimiento psíquico” (Freud, 1926). El sujeto se siente sin la capacidad, facultad, aptitud, poder, fuerza, etc., para afrontar en este caso la insatisfacción de un aumento de necesidad, de tolerar dicho incremento interno que no podría ser satisfecho y tampoco de tolerar el dolor de la insatisfacción. E incluso sin las capacidades, etc., de poder accionar en la realidad para lograr la satisfacción, que nunca es segura. No sólo descree de sus potencias para obtener lo que desea sino también descree de las mismas para tolerar las insatisfacciones y dolores.

Creemos que la importancia clínica de esta precisión contribuye a nuestro abordaje de los estados de angustia, de angustia automática o traumática y estados depresivos que se presenten en nuestros pacientes. No sólo trabajar la significación de la vivencia subjetiva de sentirse desvalido, desamparado e indefenso, y las “creencias matrices pasionales” inconscientes (concepto de Hugo Bleichmar) que lo colocan en dicha posición, sino también contribuir a que el sujeto logre o recupere la apreciación de sus potencias, es decir sus recursos, capacidades, fortalezas y aptitudes. Reiteramos para concluir, tanto sus potencialidades, para afrontar y tolerar dichas vivencias y atravesarlas accionando en el camino de realizar sus deseos y satisfacciones, como también para afrontar, tolerar y tramitar el dolor de las insatisfacciones.

Podría ser que como analistas, debido a estar advertidos de los sentimientos o deseos de ominopotencia del sujeto, presionado por la exigencia de un Ideal o Superyó tiránicos, hayamos desestimado la valoración de las potencias con que el sujeto sí puede contar.

 

Bibliografía

 

-              Bibring (1953): “El mecanismo de la depresión” en Greenacre P., Perturbaciones de la afectividad. Ediciones Hormé, 1959, Buenos Aires.

-              Bleichmar, H. (2008): Avances en psicoterapia psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires.

-              Freud, S.(1926): Inhibición, síntoma y angustia. Amorrortu, 1993, Buenos Aires.

-              Tkach, C. E. (2016): Síntomas en los niños: neurosis infantil y neurosis de angustia. Eudeba, Buenos Aires.