b. No olvidar para no repetir: Primo Levi y Jorge Semprún
Propuesta N° 0075
2020-11-10 / 15:00:00

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Presentan: Cristina Martínez-Cipolatti (APA).
Conducción: María de las Mercedes Zaffore
Coordinación: Daniela Lievendag



Abstract:

Este trabajo se ocupa de la obra concentracionaria de Primo Levi y Jorge Semprún, quienes fueron deportados a Auschwitz y Buchenwald. La autora insiste en la escritura como medio para elaborar las vivencias traumáticas. La sublimación constituye una vía salvadora en su renacer.

 

 

 







Texto breve:

Este escrito analiza el trabajo de elaboración y los procesos sublimatorios a partir de la escritura de los eventos traumáticos padecidos por Levi y Semprún, que emana del recuerdo personal de cada uno de los escritores “no olvidar para no repetir” la etapa desgarradora y traumática vivida en Auschwitz y Buchenwald.

Semprún sostuvo que su relato vivencial le ayudó a soportar las duras condiciones de vida de Buchenwald. Algo parecido dijo Levi cuando destacó el valor de estímulo de la narración autobiográfica al afirmar que, si no hubiera pasado por Monovitz, nunca hubiera escrito nada. Freud sostiene que “una experiencia intensa desencadena en el escritor el recuerdo de otra experiencia de la que surge un deseo que instrumenta en su labor creativa” (1907).

Tanto Levi como Semprún son artífices en la composición de la experiencia concentracionaria. Los motivos que condujeron a cada uno son diferentes pero se encuentran a igual distancia, ya que padecieron el mismo sentimiento del deportado. Levi habla de la deshumanización y del mal de “nuestro tiempo”.

En cuanto a Semprún, no pudo elaborar el trauma inmediatamente. Semprún narra en varios libros la imposibilidad de escribir acerca de la promiscuidad y de la anomia, características de la vida cotidiana en Buchenwald. A su regreso del campo, comprendió que si relataba lo vivido, la escritura lo conduciría a permanecer en el recuerdo de lo que denominaba “la memoria de la muerte” (Semprún, 2006).

Levi sintió la necesidad de relatar el genocidio a su regreso del campo. Semprún, en cambio, decidió guardar silencio. “La palabra -afirma Alizade (2002)- reabre heridas mientras que el silencio se transforma en bálsamo. Poner silencio a la tragedia es una forma de respetar los mecanismos de defensa frente a recuerdos difíciles de tolerar”. Semprún necesitó años para poner en marcha la maquinaria del recuerdo tratando de olvidar el terror de su propia muerte.

Levi tiene la necesidad de contar lo sucedido para dejar testimonio del horror que padeció. Sus cuentos aluden al campo de exterminio explicitando lo que había antes y lo que vino después del campo. Lo hace a través de la parodia que no pone en duda la realidad.

Si esto es un hombre (1958), La tregua (1963) y Los hundidos y los salvados (1986) forman la Trilogía de Auwschtz que pertenece al género autobiográfico y permite visualizar la naturaleza del mal tanto en el nazismo como en el fascismo. Si esto es un hombre se alimenta de sus vivencias en el campo de concentración. El relato se hace a partir de lo que Levi llama “la intuición detallista” propia de los cuentos de ficción, es decir, la capacidad de generar la narración a partir de detalles a cuyo alrededor las historias se condensan y se expanden.

En Semprún, la escritura, la literatura y la cultura fueron los lugares que le sirvieron de amparo, de protección y de resguardo para quien huía de los horrores del campo alemán. Semprún no tenía pensado escribir sobre la experiencia mortífera del campo, pero un día decide afrontar la muerte a través de la escritura de El largo viaje (1963), con el que rompía un largo silencio de veinte años. Esta obra señala el inicio de un programa literario y político contra toda forma de olvido de la maquinaria homicida del nazismo. Semprún inicia su actividad como escritor pero simultáneamente inaugura, al decir de Agamben (1998), la literatura del Lager. Es evidente que sus obras mantienen una correspondencia con su experiencia como deportado en Buchenwald. Por lo que se refiere a Levi, su confinamiento en el campo fue la base de los textos autobiográficos.

Semprún afirma que el paso por el campo nazi le marcó la vida. Lo que siempre le venía a la mente era el olor a carne quemada que le simbolizaba la vivencia directa de la muerte y de su paso por el campo. Lo que relata son las vivencias de sentirse incorpóreo, como el humo del crematorio. Su manera de volver a sentirse vivo fue a través de poder atrapar en palabras lo que vivió en Buchenwald. En su obra se observa cómo transforma la radicalidad de la muerte en un deseo de vida, lo que probablemente le salvó del suicidio. A diferencia de otros confinados, como Levi que, en abril de 1987 se arrojó por el hueco de la escalera de su casa de Turín. En el caso de Semprún, la magnitud de su impulso libidinal, su confianza en la ideología y en la escritura, le ayudaron a resistir tanta destrucción a través de un ideal de trascendencia.

Se puede afirmar que los dos autores necesitaban ir hacia el pasado para tratar de relatar y transmitir lo acontecido. Considero que el acto de escribir sería en los dos escritores la reconstrucción de su mundo interno colapsado, trasformando sus experiencias a través de la escritura, que en tanto acto creador fue la manera de trascender los campos, convirtiéndolas en un mensaje y un testimonio. Pichon-Rivière estudia el aspecto subyacente de la destructividad humana, uno de los términos del conflicto vida-muerte, que el creador se anima a enfrentar. Cuando en el creador suele hacer colapso o se destruye la representación del mundo, su obra es una manera de rehacer otra concepción del mundo en reemplazo de la derrumbada. Este autor pudo relacionar en la base del sentimiento estético una cosa fundamental, el sentimiento de lo maravilloso, ligada a la vivencia de lo siniestro. Es decir, que lo maravilloso es la elaboración por medio de procesos mentales complejos, de la vivencia de destrucción, de muerte y de lo siniestro”. (Pichon-Rivière, 2000).

A partir de la creativa transacción entre el recuerdo y el olvido, la escritura les permitió hacer transmisible y narrable el horror. Será necesario tanto en Levi como en Semprún “la creación de algo nuevo, la posibilidad de desplegar las potencialidades sublimatorias y volver la mirada hacia el horizonte del deseo (Marucco, 2004). La sublimación pudo constituir en ambos escritores una vía salvadora en su renacer. Ambos autores escribieron sobre su experiencia en el campo: escribieron para sobrevivir y para hacer recordar.

Referencias bibliográficas

- Alizade, A.M.: Lo positivo en psicoanálisis. Implicaciones teórico-técnicas. Bs.As., Lumen, 2002.

- Freud, S. (1907): El creador literario, A.E. IX, Amorrortu Editores 1992.

- Levi, P.: Si esto fuera un hombre, El Aleph, 2009.

- Marucco, N.: El escenario traumático en el psicoanálisis contemporáneo. Aproximaciones desde la teoría y la clínica. Espacio coloquios de la APA, 2004.

. Pichon –Rivière, E.: El proceso creador. Del psicoanálisis a la psicología social, Bs. As., Nueva Visión, 2000.

- Semprún, J.: El largo viaje. Bs. AS., Tusquets Editores 2004.