b. Lo que sexúa es la falta de falo
Propuesta N° 0076
2020-11-14 / 17:00:00

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Presentan: Alicia Hendel (APA).



Abstract:

Podemos decir que la diferencia que sexúa, no es la alternancia fálico-castrado que se presenta a nivel imaginario, sino la falta de falo que empuja al sujeto a buscarlo en el Otro, en ese más allá de todo objeto que causa el deseo, precisamente por presentarse siempre sugerido pero nunca realizado. Ese deseo del Otro frente al cual todo sujeto se ofrece como deseable, tiene el falo como significante último sin poder hallarle significado pleno. Esa falta de significación última, inscribe una diferencia en el ser consigo mismo, una fisura irreductible, que lo sexua. La condición de la satisfacción humana es que en el nivel de la palabra y de la imagen, algo simbolice ese más allá en el que se sostiene el deseo. Es en ese espacio de la posibilidad de realizar cierta metáfora más o menos lograda, donde ocurre la satisfacción, donde Otra cosa busca ser significada. En el encuentro sexual, cada posición sexuada va a evocar ese falo faltante en la modalidad que le habilite su estructura y siempre la solución es singular.

 

 

 







Texto breve:

Para Freud, algo en la estructura propia de la pulsión hace obstáculo a la satisfacción y es el hecho que no trae un objeto natural y específico. Aquello que orienta la pulsión hacia el objeto es el deseo y el deseo paradójicamente se sostiene de la búsqueda de una satisfisfaccón con un objeto que nunca alcanza. Ese resto no realizable, es el impulsor de la actividad psíquica y el sostén de la continuidad de toda aspiración deseante. 


La noción de pérdida de objeto, está presente desde el comienzo. Desde esta perspectiva, lo que determina el destino de un sujeto y su sexuación, es la relación que establece con el deseo del Otro materno, deseo cuya significación se muestra enigmática e incompleta para perderse en lo insondable de la falta en ser propia del sujeto como ser hablante. Esa falta de respuesta sobre lo que el Otro desea, horada un agujero en la estructura simbólica que se busca recubrir con la ilusión fálica. Tanto el varón como la niña, van a ocupar en mayor o menor medida el lugar del falo faltante en la madre, van a querer significarlo buscando identificarse al objeto presunto de su deseo y constituirse en aquello que lo colmaría. Si un sujeto no se identificara a este tercer término que opera de mediador del deseo y cuyo significado falta, no se podría abrir a todo el campo de la significación para intentar nombrarlo y así constituir su particularidad histórica y libidinal.


Es decir, la identificación al falo le otorga la ilusión de unicidad, de ser esa totalidad que colma al Otro pero la búsqueda de significarlo, lo divide, lo castra. Ser seres hablantes nos hace deudores de una falta que nos sexúa, nos priva de un goce que buscamos recuperar en el encuentro sexual. La relación sexual en el ser hablante compromete el cuerpo pero fundamentalmente compromete la dimensión inconsciente donde se juega la falta de objeto.


El cuerpo porta un sexo biológico pero un sujeto se sexúa en la travesía edípica. La subjetividad llega a conformarse, si la metáfora paterna introduce una mediación para el deseo materno, convirtiendo su significado enigmático y sin salida en una respuesta siempre incompleta que  confronta al sujeto con la diferencia de sexos. El resultado de esta operación, es que el objeto del deseo, el falo, es necesario buscarlo más allá del Otro materno y del lugar de falo que se pretendió ocupar para su deseo. 
El Complejo de castración introduce la pregunta por la sexuación al situarse un sujeto como hombre o mujer en relación a la función imaginaria del falo. Su función es significar lo perdido por represión primaria e inscribir la relación a esa pérdida como amenaza de castración o nostalgia de tener o ser el falo (1958). La diferencia sexual anatómica sólo adquiere sentido si surge esta marca simbólica de la castración que inscribe la diferencia en términos de falta de falo, cavando una herida narcisista que el movimiento del deseo buscará restañar. 


Podemos decir que la diferencia que sexua, no es la alternancia fálico-castrado que se presenta a nivel imaginario, sino la falta de falo como falta inscripta a nivel simbólico que empuja al sujeto a buscarlo en el campo del Otro, en ese más allá de todo objeto que causa el deseo, precisamente por  presentarse siempre sugerido pero nunca realizado. Ese deseo del Otro frente al cual todo sujeto se ofrece como deseable, tiene el falo como significante último sin poder hallarle significado pleno. Esa falta de significación última, inscribe una diferencia en el ser consigo mismo, una fisura irreductible, que lo sexua.


Función de semblante de lo deseado, que oficia como mediador del encuentro sexual en su alternancia de presencia-ausencia, supliendo la falta de complementariedad entre los sexos. De allí que el pene puede representar el falo en la medida que no lo es y la mujer sugerir serlo en la medida que no lo tiene.   


Podemos pensar que un sujeto deviene heterosexual, homosexual, fetichista, travesti, transexual, etc., en función de cómo se organiza la relación a esa falta desde los registros real, simbólico e imaginario. El falo puede cristalizarse en el nivel imaginario en un objeto fetiche que desmiente la ausencia del falo materno al pretender suplirlo. A la vez, es un modo de hacerlo faltar, en un inetento de simbolización al establecer cierta distancia con el Otro materno, hacérselo perder, para que pueda operar el deseo. Puede petrificarse como pene, al no poder funcionar como falo haciendo de soporte simbólico de la falta de objeto, hasta el punto que un sujeto necesite arrancarlo en lo real para hacerlo faltar, para localizar una falta, como puede ser el desenlace del transexualismo. Al encontrarlo ausente en lo real del cuerpo, es posible encarnarlo como mujer en un intento de encontrar un lugar para el deseo del Otro que puede a veces, no funcionar. El travestismo, podemos pensar que necesita ocultarlo para hacerlo faltar, al funcionar tras el velo del semblante femenino como deseable en identificación con la madre fálica. Lo hace faltar en lo imaginario, en un intento de volverlo ausente a la manera de una metáfora fallida. Los vestidos, no sólo están para ocultar lo que se tiene, sino también lo que no se tiene. El falo está más presente allí donde puede faltar, donde logra presentarse bajo cierta metaforización para causar el deseo.

El homosexual, buscaría crear una falta en la madre fálica impenetrable que no cede su falo. ¿Qué más cercano a una madre fálica que un hombre que cede su falo, deseando recibirlo del compañero sexual? Un modo de buscar su propio falo en el otro. La homosexualidad femenina, al prescindir del falo del hombre sujeto a la detumescencia y falible, lo eternizaría en el cuerpo de una mujer al desearla por lo que le falta. El heterosexual, por su parte, busca el falo en la mujer porque a ella le falta, la torna deseable y una mujer busca en el hombre eso que él puede tener, en la medida que logre despertar su deseo haciendo semblante de serlo. El falo esta por todas partes y en ningún lado. Siempre para estar presente, necesita una veladura. Podemos pensar que las variaciones en las identidades de género que ofrece una cultura, expresan esta búsqueda del sujeto de operar con la alternancia presencia-ausencia del falo como significante del deseo sexual.

La condición de la satisfacción humana es que en el nivel de la palabra y de la imagen, algo simbolice ese más allá en el que se sostiene el deseo. En el encuentro sexual, cada posición sexuada va a evocar ese falo faltante en la modalidad que le habilite su estructura y siempre la solución es singular. El falo, en su alternancia de presencia-ausencia, migra por los cuerpos y los sexua.  Buscando representarse en el ser y el tener, haciéndose fetiche, reivindicando su ausencia o su presencia en lo imaginario, mostrándose oculto y ausente a la vez, buscando engendrarse en lo real o desapareciendo para poder existir.

BIBLIOGRAFIA
Freud, S.
-(1925) “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”. A E. T XIX.
-(1927) “Fetichismo”. A E. T XXI.
-(1933[1932) “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis: La feminidad”.   A E. T XXII.
Lacan, J.
-(1956/57) El Seminario Libro IV “La relación de objeto”. Paidos, Buenos Aires,1994.
-(1957/58)  El Seminario Libro V “Las formaciones del inconsciente”. Paidos, Buenos Aires 1999.
-(1958) “La significación del falo”. Escritos II. Siglo XXI, Bs As, 1992
-(1967) “Lugar, origen y fin de mi enseñanza”. Mi enseñanza. Paidos. Bs As, 2008.
-(1972/73) El Seminario Libro XX “Aun”. Paidos, Bs. As.
- (2001) Nestor Braunstein. Por el camino de Freud. “El falo como S.O.S.   (Significante, Organo, Semblante). Siglo XXI Ed. Bs As.