El interés recae en los sucesos que conmueven al psiquismo desde las épocas remotas del ser, que prosiguen en la regresión durante la catástrofes, como las pandemias. La cultura aporta el conocimiento del virus, mientras enmudece frente a los disturbios de la conducta, más cerca del primitivo.
1. EL TEMOR A LA MUERTE
Las conductas durante la pandemia, a partir de la exhibición de las muertes en masa del viejo continente y los protocolos de aislamiento de la OMS, se centran en la regresión que provocan. Retroceso en que el lenguaje carece de sentido (la circulación de ideas, pensamientos) para reflexionar y protegerse frente al SARS CoV2.
Predominando la “actuación”, una acción sin que medie el razonamiento para evitar el peligro. “Comportamientos no neuróticos”, de áreas instintuales, similar al que adoptan los animales acorralados por un riesgo, laborando más a favor que en contra de la expansión viral. A pesar de los desarrollos científicos en esta era ultratecnológica que proveería defensas para proteger a la humanidad.
La amenaza de muerte, que las imágenes del mundo entero avalaron desde el comienzo, suplantan a la conocida “amenaza de castración”. Correspondiente a la destrucción de la imagen esplendente del yo maravilloso, en la figuración de la vejez y su deterioro. La mayor injuria y afrenta al narcisismo, amagando más que la muerte misma, al rotular personas en riesgo a un amplio margen de la población actual.
2. PESTES DESDE LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS
Indagar sobre las pandemias anteriores que asolaron al mundo y las consecuencias por las muertes en masa, igualan lo actual. Y al ubicarlas en un tiempo y en un espacio, las similitudes siempre vivas en un inconsciente arcaico – el del ello, el de los yoes anteriores, el del mundo pulsional- por la agresividad y la autoaniquilación, marcan lo distintivo de la especie.
3. "TODO LO QUE PROMUEVA EL DESARROLLO DE LA CULTURA TRABAJA TAMBIÉN CONTRA LA GUERRA “… frase de Freud a Einstein en 1932
La “cultura” es la suma de normas que distancian nuestra vida de los antepasados animales, sirviendo para la protección del ser humano frente a la naturaleza y para la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres.
De la misma manera que en relación a la guerra, las dificultades para difundir los desarrollos de la cultura impidieron que los descubrimientos científicos; en este caso del Covid 19, en el 2013 ( se dice también en el 2005) lo hubieran desactivado.
Nada de estas operaciones de la cultura acontecieron y en el otoño/invierno del 2020 en el hemisferio sur, la pandemia hizo estragos. Los mismos de los tiempos arcaicos, que provenía de un “castigo divino” . Cuándo los enfermos dependían de la voluntad de los dioses para salvarse, o de la venganza del demonio para abandonar el mundo.
La regresión de la conducta frente a una pandemia, está impulsada por la “humana pulsión de agresión y autoaniquilamiento” activa en el inconsciente colectivo de la estirpe. Notándose el “DIVORCIO” de las ciencias básicas ( de las investigaciones científicas) con las ciencias aplicadas: las de la salud pública. El elemento que por “fuera” de la cultura conspiró a favor de la propagación del mal.
4. Regresión fetal
Cualquier situación de peligro despierta ANGUSTIAS esquizo- paranoides,
posición descrita por Melanie Klein. En que existe una disociación afectiva; señalando la escisión tanto del yo como del objeto, al bueno y al malo, al perseguidor como al idealizado,
Y simultáneamente su carácter persecutorio (paranoide) amenaza con el aniquilamiento. Como si el virus encarnara un riesgo letal que alguna vez se vivió en forma individual ( durante el nacimiento y luego ante las amenazas de pérdida del amor de los padres, pérdida del órgano masculino, pérdida del amor del superyó).
Mientras el pensamiento mágico y el religioso operan reforzando la agresividad del virus y la resignación de los enfermos afectados. Un profundo sentimiento de culpa que no es consciente, los lleva a “entregarse”…
Y es significativa la regresión a una posición arcaica, la del “psiquismo fetal” descrita por Rascovsky, en su libro “El psiquismo Fetal” cuyo subtítulo sugiere el carácter constitucional del fenómeno que implica un retorno a lo psíquico en el seno materno. Adjudicando los estados regresivos al impacto de la angustia esquizo paranoide por la pandemia, en un psiquismo cuya conexión con la realidad es nula. Siendo los causantes de una tríada sintomática de: omnipotencia, idealización, desmentida de la realidad externa y del mundo interno. O …–“ yo voy a poder con la pandemia” “mi cuerpo es inmune al virus”, o “es un invento del gobierno para asustar a la gente”.
La muerte por razones internas, proviene de esta lucha, en que la agresión hacia afuera, producto de la insatisfacción afectiva, alimenta al sentimiento de culpa – inconsciente- la razón por la que desemboca en un irremediable necesidad de castigo del yo. Siendo la enfermedad, uno de ellos.
Una amenaza como la del Covid 19 que afecta a todos por igual, promueve el regreso imaginario de la humanidad a la “indefensión” post natal.
Olvidando el yo coherente las conquistas evolutivas, que lo llevan a la posesión de defensas precisas, en este caso contra un virus y derrotar la pandemia.
Cada tanto pareciera que el ser humano necesitara de una amenaza de muerte proveniente de la naturaleza, que lo castiga por un destino de dioses, que los descubrimientos provenientes de su desarrollo intelectual y psicológico, le prohíben. Olvidando los verdaderos intereses de la cultura, que lo separarían del hombre primitivo, al que cada tanto regresa cuando recupera los preceptos del psiquismo fetal (narcisista).
5.- ¿De dónde surge la enorme necesidad de castigo del yo?
Al encontrarse en un estado regresivo, el del yo fetal, se vive la cuarentena de manera “persecutoria”, con reacciones irreflexivas por el encierro Sin tratarse de un cuadro psiquiátrico “vero”, responde a una respuesta defensiva frente a la angustia esquizo paranoide originaria. Huellas mnémicas que se reaniman en un estado de “indefensión” ante situaciones traumáticas que el yo coherente se ve impedido de evaluar, al responder a la “compulsión de repetición”. Generándose un estado de insatisfacción, que alimenta la agresividad en especial hacia los progenitores, los únicos que tendrían para el infante la capacidad de evitar su muerte frente a las amenazas exteriores – en este caso, la pandemia- Obnubilando al yo coherente que se deja invadir por esos impulsos repetitivos, que le hacen creer en su desamparo igual a aquellos momentos post natales.
Siendo la agresividad, procedente de las pulsiones destructivas, las que más inquietan al mundo. En este caso, la agresividad del Covid 19, representando en lo real, los deseos de matar que cobijan los humanos en las profundidades de su inconsciente arcaico (ello).
Si la agresividad instalada, se origina por la indefensión de la criatura humana durante un largo período de su infancia, lógico es suponer que se dirige hacia sus progenitores. Y por la ambivalencia afectiva _amor/odio_ que caracteriza el vínculo, saber que su vida depende de su amor, ese sentimiento de culpa inconsciente se manifiesta en una pertinaz “necesidad de castigo del yo”. Dando por resultado al autoaniquilamiento, generador de enfermedades, al disminuir las resistencias que el sistema inmunológico le opone a la agresión que proviene de la naturaleza. Con la creación natural de anticuerpos, en los casos de infecciones virósicas o bacterianas.
Y…finalmente … ¿ Son los” viejos” – padres, abuelos- personas de riesgo predilectos por el SARS CoV2, a los que hay que aislar para que no contagien? … o…¿ son los jóvenes los que en connivencia con el virus podrían incentivar los contagios?...
El par filicidio, parricidio(matricidio), confunde al mundo, en un sálvese quien pueda, que destroza los vínculos afectivos del planeta.