La sexualidad del paciente: Análisis o defensa?


La sexualidad del paciente: Análisis o defensa?

 

Expositores
Juan Isoardi
APA

Autor
Gladys Lepek
APA

Conductora del TTB

 

Expositores
Juan Isoardi
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Autor
Gladys Lepek
APA

Conductora del TTB

 



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Propuesta Nro. 041 / Taller de Trabajos Breves

miércoles 08 de noviembre / 19,00

18:00 NY / 17:00 PE, EC / 16:00 MX / 22:00 POR / 23:00 SP, IT

Sala 203/204 (Claraboyas) (2° piso) / Zoom y Presencial

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Presenta/n: Juan Fernando Isoardi (APA).
Conduce/n: Gladys Lepek



Resumen

El presente trabajo busca instalar la pregunta acerca de quién es el paciente en la vida del analista, y como su sexualidad lo interpela en el consultorio, desatando en ciertas ocasiones una modalidad de defensiva en reemplazo del trabajo analítico en pos de un resguardo narcisista frente a lo distinto, diverso y amenazante de la sexualidad del paciente.






Trabajo/Idea completa

Nos encontramos una vez más frente a los “nuevos tiempos” (quizás a esta altura los podríamos llamar los “viejos nuevos tiempos”) y por ende frente a la necesidad de reivindicar los aspectos fundamentales de nuestra ciencia y resaltar lo atemporal del psicoanálisis, pero no solo con rigurosidad académica, sino también considerando aquello que permite su aplicación práctica, me refiero al necesario e indispensable análisis del analista. A mi parecer sin él de nada sirve el constructo teórico en el consultorio.

Estos nuevos tiempos, los cambios sociales, el ámbito de las leyes formales, y los avances de la ciencia, como era de esperarse le demandan a la figura del analista una mirada clínica y analítica de los hechos. A mi entender el conflicto, la confusión y las dificultades a la hora de abordar la sexualidad, las cuestiones de género y la diversidad que ciertos pacientes traen al consultorio existió y existirá siempre, ¿Por qué? Porque la realidad de nuestros pacientes nos interpela y nosotros también debemos resguardar nuestra integridad yoica, a la vez que también formamos parte del “narcisismo de las pequeñas minorías”, nos defendemos del aspecto traumático de la sexualidad, y claramente tenemos un inconsciente. ¿Cual es el desafío? Que ese inconsciente, se transforme en un instrumento para la cura del padecimiento de nuestros pacientes, para lo cual deberá ser sublimado, amasado, moldeado por medio de un proceso de análisis personal que le otorgará la categoría de inconsciente instrumental, exploratorio y sobretodo creativo para acceder a lo latente desde lo manifiesto, y a veces construir representación para la descarga pulsional en puro acto de los pacientes fronterizos. Entonces, ¿qué sucede cuando un proceso analítico se estanca? ¿Por qué ante ciertos casos no podemos intervenir? Sería tentador pensar que la falta de creatividad y las resistencias “insuperables” del paciente llevaron al abandono del tratamiento, y considerar que ese paciente “de uno u otro modo se hubiera ido”, o bien que “nunca lo hubiera tolerado”, de esa forma podríamos salvaguardar nuestro narcisismo, pero ese paciente en cuestión… ¿tenía lugar donde acomodarse y ser escuchado?.

 

Los analistas y sus defensas: represión y contrainvestidura. En la addenda de Inhibición, síntoma y angustia Freud resalta el hecho de que la naturaleza continuada de la pulsión exige al yo asegurar su acción defensiva mediante un gasto permanente. En este sentido el aparato psíquico del analista también se defiende en el consultorio, y dirige su acción defensiva a contrarrestar el efecto que podría tener la presentación de la sexualidad del paciente que se transforma en una percepción peligrosa que impone como riesgo  activar mociones pulsionales reprimidas. Esta agotadora misión al servicio del amparo narcisista, se traduce en términos de falta de atención, distracciones, cansancio, fastidio y aburrimiento, que representan una muestra del riesgo que genera en la figura del analista la historia y presencia del paciente. 

Sabemos mucho acerca de la represión, como así también sabemos que la misma cuenta con otros mecanismos defensivos que trabajan arduamente de forma coordinada para sostenerla y reparar sus fallas. Otra cosa más que sabemos es que en sí misma no es patológica, más bien resulta necesaria y es condición para la sublimación y por ende también para el proceso creativo y representacional en la tramitación de la pulsión. Ahora bien, el inconveniente surge cuando a raíz de una demanda defensiva se requiere la utilización de munición pesada frente a una percepción que se vuelve particularmente peligrosa para la integridad del yo del analista: Formación reactiva por un lado, e inhibición y fobias son dos opciones de contrainvestidura que podrían surgir como recursos para sostener una represión vencida y preservar la integridad yoica. Veamos a continuación cómo estas dos modalidades defensivas podrían presentarse en la clínica:

1)    La formación reactiva. Existe un uso particular que podemos advertir a la hora de abordar la sexualidad de nuestros pacientes, como así también la cuestiones relativas a la diversidad y el género. Freud (1896) nos dice que la formación reactiva se convierte en una “defensa con éxito” en la medida en que los elementos que intervienen en el conflicto, tanto la representación sexual como el reproche que ésta suscita, hayan sido globalmente excluidos de la consciencia en favor de virtudes morales llevadas al extremo. Ahora bien, estas virtudes morales que son llevadas al extremo siempre van a estar ligadas al paradigma social de turno, y así como en épocas anteriores la diversidad sexual, como por ejemplo la homosexualidad, el fenómeno trans y ciertas practicas sexuales “excéntricas” entraban en la categoría de perversión, y esto posiblemente alejaba a este tipo de pacientes del consultorio; hoy en día el paradigma vigente podría virar al otro extremo y despojar de conflicto subyacente la sexualidad de las personas en pos de  un criterio que refuerza una aparente libertad, donde cada uno es libre de autopercibirse como quiere, ya que incluso las leyes formales lo permiten. Nosotros los analistas sabemos tal como lo dice McDougall (1998) que la sexualidad, las invenciones sexuales y los guiones eróticos de los sujetos hetero y homosexuales identificados con el genero que sea representan intentos  protectores de autocuración para lidiar con la angustia de castración derivada de conflictos edípicos y del inconsciente biparental, incluso puede representar una defensa frente al peligro de desintegracion narcisista.  Mientras que en el ámbito legal “todos somos iguales ante ley”, en el ámbito del consultorio todos somos sujetos individuales con una historia singular y una identidad subjetiva. Mecanismos como la formación reactiva representan la intolerancia y el rechazo al discurso del paciente que se constituye como inadmisible. Esta “resistencia protectora” no solo aplica a lo que se denomina diversidad sexual, sino que puede surgir en torno a cualquier  otra variante clínica que un paciente pueda presentarle a su analista, como lo es por ejemplo la crianza de hijos en el seno de una familia que pone en jaque la relación del analista con sus hijos, sus costumbres y el criterio de lo correcto e incorrecto. Finalmente otra aclaración es que no se trata de la única modalidad defensiva, hay otras formas y variantes de rechazar el discurso del paciente.

2)    Inhibición. Si no hay creatividad los analistas quedamos en un lugar impotente y estéril, sufriendo las marcas de la castración. A mi entender el proceso analítico para que sea fecundo incluye momentos de actividad y pasividad, oscilamos entre estas dos posiciones para interpretar y ser creativos, preguntamos y esperamos una respuesta,  necesitamos del discurso del paciente, analizamos sus actos, pero sin su puesta en escena nada podemos hacer. Pienso entonces que es necesario tolerar cierta pasividad frente a la actividad del paciente, como así también él debería tolerar lo mismo. Esto no siempre es admisible, cuando la acción creadora del analista conlleva un riesgo para su integridad yoica, aparece la angustia, la necesidad de evitarla, y por ende la inhibición, es decir la impotencia psíquica del pensamiento. Joyce Mc Dougall en vista de la importancia de las identificaciones bisexuales inconscientes nos dice: “Los actos de creación, entre sus numerosos y misteriosos orígenes, pueden concebirse como una fusión de lo masculino y lo femenino en nuestro psiquismo. Una falta en la integración de uno u otro polo de atracción de los anhelos homosexuales de la infancia puede ser causa de la inhibición, debida a la imposibilidad de identificarse con la fecundidad potencial de ambos progenitores”. La creatividad desde la perspectiva de esta autora al igual que  Winnicott en su trabajo “Sobre los elementos femeninos y masculinos escindidos” implica un entrecruzamiento de la pasividad y la actividad. En el consultorio la sesión transcurre en un encuentro de dos, paciente y analista, se trata de un menú cuya receta producen juntos, un acto psíquico que nace a través de las asociaciones del paciente y las interpretaciones del analista. ¿Cuando la pasividad se vuelve intolerable para el analista? No olvidemos que en el trabajo “Sobre la sexualidad femenina” (1931) Freud menciona que las primeras vivencias sexuales de niño junto a la madre son de naturaleza pasiva, y que Green (1990) toma esta idea para hablar de la “pasivación”, como aquel repudio a la acción pasivizante de la madre, que se trata de una vivencia de amenaza a la individuación a causa de una fusión sin escapatoria. El analista en ciertos casos por medio de la inhibición se defiende de la “pasivación”, no puede alternar actividad y pasividad al servicio del acto creativo, a raíz de la defensas que debe sostener. ¿Las causas? Podrían ser diversas, pero seguramente contengan los componentes homosexuales de la sexualidad del analista, sus conflictos edípicos e identitarios. Justamente del encuentro con esto último es que se defiende.

Finalmente, debemos aclarar que tanto la formación reactiva, las inhibiciones y fobias, mantienen un nexo entre sí, pudiendo conjugarse dentro de la normalidad y la sintomatología de pacientes y analistas. A su vez, creo que estas tres actitudes defensivas del analista frente al paciente y sobre todo en lo que concierne a su sexualidad, a lo diverso y a lo diferente que allí pueda encontrarse, y la forma en la que esto resuena en su psiquismo, podrían incluir otras situaciones clínicas y agregar otros mecanismos defensivos que en este trabajo no menciono.

A modo conclusión, todos podemos estar de acuerdo con que la sexualidad del paciente pone sobre la mesa la sexualidad del analista, sus conflictos edípicos, la homosexualidad y la castración. Fallas en la elaboración del componente traumático de la sexualidad del analista se traducen en procesos analíticos infértiles, desatentos y expulsivos. En fin, Analizamos o nos defendemos?

 

Palabras clave: SEXUALIDAD / DIVERSIDAD / DEFENSA / FORMACIÓN REACTIVA / INHIBICIÓN / FOBIA 

 

Bibliografía:

                           

FREUD, S. (1896). Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa, Obras completas, vol III. Buenos Aires: Amorrortu Editores
FREUD, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia, Obras completas, vol XX. Buenos Aires: Amorrortu Editores

FREUD, S. (1931). Sobre la sexualidad femenina, Obras completas, vol XXI. Buenos Aires: Amorrortu Editores

MCDOUGALL, J. (1998). Las mil y una caras de eros. Buenos Aires: Amorrortu editores    

GREEN, A. (1990). De locuras privadas. Buenos Aires: Amorrortu editores                    

 

 




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