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Propuesta Nro. 072 / Taller de Puntuaciones de ideas
El enojo llevado al extremo definido como furia, se vincula a la experiencia psíquica que remite a las Erinias griegas, deidades de la venganza que castigaban a los ofensores para compensar el daño causado a las víctimas. En psicoanálisis, es común emplear mitos griegos para representar correlatos psíquicos; en este caso, veremos al sujeto furioso como alguien que intenta reducir la verticalidad simbólica frente al otro para remediar lo que percibe como una pérdida o una afrenta.
Nuestra primera hipótesis plantea que la furia surge como búsqueda de “equilibrio” en la posición subjetiva de las personas. A través de la furia, el sujeto intenta alcanzar el ideal perdido de manera desesperada, como si el castigo violento restaurara el desequilibrio. Este funcionamiento ideal, superyóico y descontrolado, impulsa tanto a castigar al otro como a autocastigarse a través de violencia y culpa.
La segunda hipótesis es introducir el concepto de verticalidad en la furia, pues en la experiencia clínica es común escuchar frases como “si él me lo hizo, yo también lo haré” y amén de la estructura del sujeto con respecto a lo perdido, la experiencia del enojo que lleva a la actuación violenta es un ejercicio de mantenerse por encima en un lugar simbólico con respecto a los demás que se perciben como victimarios.
Finalmente cuestionaremos aquello que lleva al sujeto a la furia y violencia para equilibrar el psiquismo, pues encontramos en la clínica que la agresión se dirige a mantener el vínculo en si mismo y evitar la separación, en otras palabras, la furia en su descontrolada destructividad, conlleva el afán de no ser olvidado en al mente del otro