Participan en esta actividad Liz Coronel Llacúa APA Presentadora |
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Propuesta Nro. 080 / Taller de Puntuaciones de ideas
En el malestar en la cultura (1930), Freud sostiene que hay tres fuentes de sufrimiento que son inevitables para el ser humano, la fragilidad del cuerpo propio, los embates de la naturaleza y las relaciones con los otros. Es fácil señalar situaciones relativas a cada una de estas causalidades, en principio la pandemia nos situó ante una amenaza invisible y un ordenamiento social improbable, muerte, cuarentena, desempleo y desolación cundieron por casi dos años. En cuanto a la naturaleza, más allá de los desastres naturales, estamos ya sintiendo los efectos del cambio climático y varias ciudades se están quedando sin agua. Finalmente, quizá lo que más nos genera padecimiento, las relaciones entre nosotros humanos, las relaciones de proximidad pero también las dinámicas sociales: guerras, terrorismo, discursos de odio, exclusión, discriminación, persecusiones, corrupción, delincuencia, cyberdelincuencia, etc. ¿Cómo nos impacta todo este caos y desconcierto? ¿Cómo podemos hacerle frente para no quedar aplastados por el peso de una realidad hiperpotente? ¿En qué medida podemos conservar la capacidad de soñar un mundo distinto y una vida mejor -y hacerlos realidad- aún en las peores circunstancias?
Propongo que la capacidad de preservar la ilusión a toda prueba tiene dos fuentes ligadas con profundas experiencias afectivas. La primera, fundamento de la confianza en el mundo, son las experiencias del bebe de cuidado suficientemente bueno. La segunda, fuente de resiliencia, tiene que ver con las personas que nos ayudan puntualmente a transitar momentos de adversidad.
En definitiva, el desvalimiento es constitucional del ser humano, el desamparo no, solo a través de los otros, de las relaciones vinculares sólidas construidas desde la infancia podremos desarrollar una reserva de esperanza que será la base de la fe en el mundo, y son los otros que nos acogen en momentos de adversidad los que evitan que la llama de la ilusión se apague aún cuando todo alrededor parece desmoronarse.