Masoquismo, enigmático relicto filogenético




Masoquismo, enigmático relicto filogenético


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Propuesta N 007

miércoles 02 de noviembre / 15,00

14:00 NY / 13:00 PE, EC / 12:00 MX / 18:00 POR / 19:00 SP, IT

Sala 305/306 (3° piso) / Zoom y Presencial

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Presenta/n: María Pilar Bidondo (APA).



Resumen

Resumen: Se hace un recorrido por los dos artículos sobre el Masoquismo enunciados en la segunda tópica, en que “Pegan a un niño” contiene clínicamente sucesos con etiología en el ello. En especial los provenientes del “Banquete totémico”. Para arribar al “Problema económico del masoquismo” en que el masoquismo erógeno, basamento del moral y del femenino en el hombre se erige “como un relicto de la filogenia” mostrando la liga de “Eros y Tánatos” de la pulsión sobre el instinto. Desembocando en “la humana pulsión de destrucción y autoaniquilación” del “Malestar en la cultura”.






Ampliacin/Descripcin

Masoquismo, enigmático relicto filogenético                     

El masoquismo fue adjetivado por Freud en su segunda tópica como enigmático, y por tal calificación edifica su artículo “Pegan a un niño” con la habilidad y la destreza necesarias para descifrar la incógnita. Dando una descripción detallada de la significación de la frase que un grupo de pacientes relatan con imprecisión, pero con algo en común en la evocación de un recuerdo, que podría resumirse en: “pegan a un niño”

Siendo inverosímil que el dolor pueda producir placer, presume que tal afecto proviene de orígenes diferentes a la sintomatología conocida hasta la primera tópica. Y que le servirá luego para su construcción teórica donde describe con minuciosidad la teoría de lo que suponía en “Pegan a un niño” (1919) encuadrada  en su “Problema económico del masoquismo” (1924).

El masoquismo que Freud revisa clínicamente en dicho artículo (“Pegan a un niño), se refiere a esas “representaciones fantasías”, de escenas en que el ver azotar a un párvulo despiertan sensaciones placenteras promoviendo actos onanistas que buscan repetirse compulsivamente. Llevándolo a un estudio pormenorizado de casos en que algunos pacientes evocaban hechos en forma imprecisa, pero con un mismo patrón. Descripto tempranamente en “Tres ensayos de teoría sexual …” como placer por el dolor o el placer por cualquier situación de opresión, sometimiento y humillación.

“Pegan a un niño”, es un artículo de enorme significación en el estudio de este componente pulsional hasta entonces ubicado como perversión de orden “pasivo” en oposición a su acompañante activo sádico. Habiendo constituido para los estudiosos de la conducta humana un fenómeno presente desde tiempos inmemoriales, siendo una alegoría bíblica el axioma “si te pegan en una mejilla, pon la otra”

“Un niño es pegado” (la traducción original del título) encierra un cúmulo de conceptos que generan en el lector sentimientos confusos, a veces ominosos provocando un raro malestar. Traducción de un fenómeno contratransferencial con el material y con su autor. Ya que tal percepción es propia de los sucesos situados  en el ello, tanto del componente reprimido, como del que corresponde a las fantasías primordiales, una de ellas el Edipo.

Siendo útil una viñeta clínica que comprende al hijo de una paciente que vive en el exterior cuyo dibujo alarmó a los directivos de un ilustre colegio. Paul escandalizó con su creación, a las maestras de un país que brega históricamente por los derechos humanos.

 Prestigioso dibujante infantil mostró un buen día su obra: un inmenso caballo en posición rampante al ataque (¿o a la defensiva?) y una mujer primitiva, por el ropaje al estilo de las cavernas, con un garrote en la mano … ¿atacando? ¿defendiéndose? Mientras de las nalgas del caballo se desprendía un enorme cilindro fecal y la mujer exhibía su cuerpo arañado.

La precisión simbólica de la obra salta a la vista, y nos lleva directamente a los tres tiempos de “pegan a un niño”. El primero con la   frase “El padre pega al niño”, el segundo paso se infiere; “Yo soy azotado por el padre”, y en el tercer paso, alguien, que puede ser el padre o sustitutos del padre pegan a un niño y “probablemente yo estoy mirando”. La primera y la tercera frase son conscientes y marcan la regresión a la fijación anal y la segunda es inconsciente y corresponde a lo reprimido.  Regresión que implica también la degradación del amor al objeto padre, con el odio propio del erotismo anal. Teniendo en cuenta que el tubo digestivo representa al sistema urogenital arcaico, en que el intestino al contener a la materia fecal, le dará las significaciones sustitutivas del erotismo anal (regalo, niño, pene, dinero y muerto) Ya conocidas por ser la primera producción infantil que luego marcará los alcances de los elementos en el juego de las pulsiones fijadas en dicha zona.

Remitiéndonos a Paul, de ocho años, se comprueba que está mirando imaginariamente algo y dibuja lo que ve. Y unos días más tarde cuando la madre concurre a retirarlo del colegio, lo encuentra arañado en brazos y especialmente en su rostro…

Nunca se supo si fue otro el autor de la agresión, o sus propias manos propinándose los rasguños, como en un primer momento   suministraron el placer de órgano ( en la masturbación).

Tales conceptos freudianos apuntan directamente a Tótem y Tabú (1913) y al banquete totémico …” Acaso la primera fiesta de la humanidad” a partir de la cual se origina el fenómeno de la cultura …” Hazaña memorable y criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión” …

Es generalmente el padre el que pega, “odia al otro niño, pero a mí me ama”. Y por el acompañamiento de una compulsión onanista en los recuerdos de los pacientes, Freud infiere que la fantasía masturbatoria  se adosa a la persona del padre. Aunque en el artículo “Pegan…” se refiera también a la madre fálica castigando, acto del que deriva el “Masoquismo femenino en el hombre”. Avistándose una posición homosexual inconsciente pasiva propia de un Edipo negativo, con una elección de objeto heterosexual del yo consciente originario de su Edipo positivo. Siendo quizás este cuadro el que impulsó el dibujo del Paul y luego su posterior lesión corporal.

El enigma del masoquismo significa por un lado la forma en que pertenece al proceso de humanización de la estirpe, lo que nos ha hecho diferentes a nuestros ancestros primates. Y, por otro lado, el masoquismo femenino, de bases enteramente biológicas al servicio de la maternidad, deviene placentero por la circunstancia de un bien mayor: la concepción, el nacimiento y la crianza del hijo. Correspondiente a su largo período pre edípico (Edipo negativo) antes de alcanzar la feminidad. Y el comportamiento pasivo al servicio de recibir al órgano viril, por las características impuestas por sus genitales, resulta una necesidad a los efectos de la unión genital con el partenaire. Ya que la pulsión es eminentemente activa en ambos géneros.

 Y basándose en “Pegan a un niño” Freud en “el masoquismo erógeno” dice “la excitación sexual se genera como efecto colateral a raíz de una serie de procesos internos, para lo cual basta que la intensidad de estos rebase ciertos límites”. Y al introducir a la pulsión de muerte siendo domeñada por la pulsión de vida, introduce una explicación trascendental del “masoquismo erógeno” asiento del masoquismo femenino en el hombre y del masoquismo moral.

Declara que el masoquismo sería un testigo y luego un relicto o un monumento conmemorativo de cuando ocurrió la “liga” de Eros con Tantos, tan importante para el progreso de la humanidad, cuando el instinto dejó de conspirar contra la vida. Y emerge la pulsión que en diversas mezclas y desmezclas sostiene los diversos cuadros psicopatológicos.

El principio de placer, guardián de nuestra vida por su vínculo con la libido y el objeto, se aviene al principio de realidad, aunque provenga de la pulsión de muerte del principio de Nirvana. Tres principios siempre presentes en el acaecer humano que nunca se destituyen, aunque finalmente triunfe el último.

Importante es reconocer al masoquismo erógeno, como una “condición” sujeta a la excitación sexual, que lo sitúa como un componente privativo de la especie. Y   cabe reproducir el vocablo freudiano, el masoquismo no es más que una “cicatriz” del complejo de Edipo. El completo con su vertiente positiva y la negativa, siendo esta última la que describió primero en su “Ensayo de una teoría sexual” que parece haber quedado fijada en el consciente colectivo (en menoscabo del último descubrimiento).

La dupla erotismo más culpa componen los dos significantes fuertes del masoquismo. El erotismo resulta del Edipo positivo (en el varón) con su elección de objeto(madre) y la culpa por el odio impregnado de deseos de muerte al rival (el padre). Al que da fin la “angustia” de castración por la represión del Edipo y la instalación del superyó.

 El Edipo negativo promueve una intensa regresión de la posición fálica al área del erotismo anal, lugar en que el amor se degrada en odio, el intestino por su característica violenta comanda el vínculo con los objetos y la represión sede el lugar al sepultamiento. Mecanismo defensivo cuyo origen dista de ser la angustia de castración y se refiere al miedo por la pérdida del amor de los objetos edípicos, que, al desmentir la castración, se erige con el encanto de “su majestad el bebé”. Para satisfacción del narcisismo redivivo de los padres, regodeándose del poder de su criatura que la mísera desdicha neurótica les arrebató. Vicisitudes del Edipo completo, que de distinta manera contiene la mezcla y desmezcla pulsional.

Reflexiones que nos llevan al final de “El malestar en la cultura” (1930) en que al sadismo y al masoquismo Freud lo aparta de su relación con los objetos edípicos y los asciende al destino de la especie.  De la  manera en que  la “humana pulsión de destrucción y autoaniquilación “– el sadismo con su vertiente masoquista – intervendría en el porvenir de la humanidad.




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