Encuadre y cura psicoanalítica




Encuadre y cura psicoanalítica


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Propuesta N° 053

viernes 04 de noviembre / 17,00

16:00 NY / 15:00 PE, EC / 14:00 MX / 20:00 POR / 21:00 SP, IT

Sala 305/306 (3° piso) / Zoom y Presencial

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Presenta/n: Darío Jimenez (USAL).



Resumen

En el presente trabajo el autor aborda la importancia del encuadre y su función en la cura analítica. Plantea fundamentalmente que la cura, para ser denominada psicoanalítica, no debe tener como meta absoluta y exclusiva la remisión sintomal del analizado, sino que debe promover un cambio psíquico general en este por medio de intervenciones interpretativas. El encuadre analítico debe ser flexible y elástico, sin llegar a eyectar los principios teóricos fundamentales que remiten a una específica concepción antropológica, ni deformar la base de su método terapéutico, caracterizado por la atención flotante y la interpretación transferencial. El analista procurará, por medio del encuadre, establecer las condiciones elementales que promuevan en el analizado una regresión transferencial, proceso esencial para la concreción de los fines curativos analíticos.






Ampliación/Descripción

Introducción: El psicoanálisis nació como una praxis que, abordando la cura de síntomas neuróticos, amplió sus iniciales fronteras conceptuales, arribando a una nueva concepción antropológica signada por la incorporación de la lógica del inconsciente. El mero hecho de aceptar la hipótesis del inconsciente y el conflicto psíquico como dimensiones invariantes e inherente a todo sujeto, supone inexorablemente una complejización creciente de lo que se entiende por cura en psicoanálisis. El proceso terapéutico transcurrirá en un contexto normativo constante (encuadre) que admitirá modificaciones en la medida que estas no afecten ni subviertan los factores específicos e inmutables de una práctica que tiene como objetivo la indagación y el develamiento del inconsciente. 

Desarrollo: Bleger (1973) plantea sin ambages que el objetivo del psicoanálisis es la cura del analizante, tanto como el enriquecimiento de su personalidad; Meta terapéutica ampliada en relación a las pretensiones clínicas clásicas de la medicina, donde el norte que guía las intervenciones se emplaza en la búsqueda de remisión sintomal; el psicoanálisis en su complejidad aspira a desplegar su efecto MAYEUCTICO en el analizado (Bleger,1973).

Partiendo de esta consideración podemos postular que si el quehacer analítico se relaciona con la curación del paciente, esta testimonia en su especificidad desbordante, una ruptura respecto del modelo clásico y hegemónico de la medicina; hecho que para algunos pensadores justifica sobradamente la eliminación del verbo curar como aquel que describe nuestro fin y accionar clínico.

El desarrollo de un tratamiento, para ser considerado psicoanalítico, debe respetar las condiciones básicas y elementales que favorezcan el despliegue de las diversas formaciones del inconsciente del analizado. Es, a mi entender, el encuadre el que configurará las coordenadas que permitirán validar dicho propósito.

El impacto mundial producido por la pandemia de COVID19 resonó profundamente en el modo habitual de desarrollar nuestra práctica. Las condiciones del encuadre se vieron interpeladas, pero no es la primera vez ni será la última. Nuevas patologías y normalidades exigen repensar algunos de los elementos que componen el encuadre analítico, así también ocurrió con la clínica de niños y las modificaciones técnicas que se realizaron para abordar psicoanalíticamente un nuevo campo diferenciado del adulto. Levin (1988) recuerda el efecto que produjo en un gran número de analistas esta ampliación de la clínica:”…sabemos que desde sus comienzos el psicoanálisis de niños se ha ido recortando como una práctica que se diferencia de la de adultos y que no es efectuada por todos los analistas. Asimismo, que genera distintos grados de resistencias y rechazo”. Resistencias y rechazos vinculados a la modificación obligada que “sufrió” la técnica clásica en aras de tornarse apta para la interpretación del juego y del dibujo más que del lenguaje verbal propio del psicoanálisis del adulto neurótico, que fundó con su padecimiento el método psicoanalítico clásico.

Freud no tenía vocación evangelizante. Las reglas técnicas obedecían a su propio trayecto experiencial y se correspondían con sus particularidades psíquicas. Es así que se puede inferir de su presentación autobiográfica (Freud, 1924) como se encuentran amalgamados el ser y el hacer. Por lo tanto la técnica puede experimentar variaciones según la personalidad del profesional que lleve a cabo el tratamiento (Freud, 1912).

¿Cuáles son los aspectos específicos que le otorgan a la cura la propiedad de ser considerada psicoanalítica? ¿Cuáles son los elementos prescindibles, variables y contingentes del encuadre?

Freud propuso como disparatado calificar de psicoanalítica a aquella práctica que no tome en cuenta la sexualidad infantil reprimida (Freud, 1939). Pulsión, represión, inconsciente y conflicto psíquico son los conceptos fundamentales del psicoanálisis.

Si el objetivo de todo análisis es fundamentalmente la curación del analizado, esta debe desarrollarse y eventualmente alcanzarse, para ser denominada psicoanalítica, en un marco especifico e invariable que la legitime como tal. Con cierto grado de prescindencia de la filiación que cada analista posea respecto de un determinado esquema referencial, reina un apreciable consenso en considerar que el objetivo de un análisis es hacer consciente lo inconsciente. Esta finalidad terapéutica expresada también por Freud bajo la fórmula “Llenar las lagunas del recuerdo” (Freud, 1914) o “donde Ello era, Yo debe devenir” (Freud, 1923)  es una coherente derivación de los conceptos fundamentales del psicoanálisis y solo es comprensible y válida en la medida en que remita a ellos. Es decir, que el encuadre analítico está orientado a garantizar la realización de una determinada tarea (analizar-curar) en un marco de estabilidad elástica que, incluyendo variables como aquellas que aporta lo epocal, no alteren los principios y fundamentos metapsicológicos rectores de su práctica. En la medida en que el encuadre, sostenido en estos pilares, promueva la instauración y resolución de la transferencia, aspectos tales como: frecuencia y duración de sesiones; honorarios; uso de diván, cara a cara, atención remota etc. pueden variar, por la incidencia de factores externos provenientes de la “realidad” sin afectar el proceso, ni amenazar la base inmutable del método. Las innovaciones técnicas son necesarias y tienen que  reflejar las condiciones de posibilidad actual asociadas a la experiencia empírica, tanto como a su comprensión teórica (Alvarez, 1974). Este hecho de ninguna manera ejercerá una influencia negativa o desestabilizadora del propósito del  “psicoanálisis auténtico” (Freud, 1912) concebido sobre el siguiente postulado Freudiano. “una de las tareas capitales de la cura: la solución de la transferencia”. Siendo la solución de la transferencia una tarea capital de la cura es menester establecer su modo de producción y su relación con el encuadre. La capacidad de transferir y de establecer falsos enlaces, si bien fue pensada originalmente por Freud como una producción eminentemente neurótica, con el tiempo y fundamentalmente para sus continuadores comenzó a considerarse como un mecanismo o forma universal de desplazamiento variable en cuanto a intensidad y tipo de contenidos proyectados. El encuadre debe favorecer la disposición del analizado a desarrollar transferencia. La cura analítica tendrá lugar en un contexto específico donde se promoverán aquellas condiciones elementales bajo las cuales se activará la regresión del analizado. Esta regresión clínica seguirá los mismos patrones que la regresión onírica trabajada por Freud en la interpretación de los sueños, con la significativa diferencia de que en este caso el flujo exitatorio, en su tránsito regrediente, no alcanzará el sistema sensitivo  y por lo tanto no devendrá  identidad de percepción.

La función del analista es crear un encuadre infantil, facilitando una regresión transferencial mediante su actitud técnica, caracterizada por la atención flotante, la neutralidad y abstinencia. En esa misma línea sostiene Macalpine (1950): “En conjunto, estos factores, que van a constituir este encuadre infantil, equivalen a una reducción  del  mundo  objetal  del  analizado  y a una denegación de las relaciones de objeto en la habitación analítica. A esta privación de la relación de objeto responde el analizado reduciendo las funciones conscientes del Yo y entregándose al principio del placer para seguir sus asociaciones libres, de modo que es remitido a lo largo del recorrido de sus reacciones y actitudes infantiles”.

En síntesis, podemos proponer que la función del encuadre es estructurar las coordenadas necesarias para que se despliegue la transferencia, en donde los contenidos psíquicos reprimidos del analizado no sólo serán recordados sino revividos en relación a la figura del analista. La regresión libidinal, inducida por el encuadre, se asocia a aquellos elementos del método de los cuales no nos es dable prescindir: la regla fundamental (asociación libre para el analizado y atención flotante para el analista) y  la abstinencia asociada a la frustración de toda satisfacción. Es por medio del análisis y elaboración de la transferencia que el analizado hará consciente lo inconsciente, arrojando como resultado directo la cura, entendida como fortalecimiento y enriquecimiento psíquico. 

 

Bibliografía

Alvarez Bernardo (1974). Acerca de la interpretación como una proposición científica. Revista de psicoanálisis T XXXI Nº 3.

Bleger, Jose. (1973) Criterios de curación y objetivos del psicoanálisis. Revista de psicoanálisis. Asociación psicoanalítica Argentina. Vol. XXX.

Freud, S. (1912). Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. Obras Completas. Tomo XII.Buenos Aires. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1912). Sobre la dinámica de la trasferencia. Obras Completas. Tomo XII Buenos Aires : Amorrortu Editores.

Freud, S. (1914). Recordar, repetir y elaborar. Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1923). El yo y el ello.Obras Completas. Tomo XIX. Buenos Aires. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1924-1925). Presentacion Autobiografica. Obras Completas. Tomo XIX. Buenos Aires. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1937-1939) Moisés y la religión monoteísta. Obras completas. Tomo XXIII. Amorrortu Editores.

Levin,Raul.(1988) Analizan a un niño. Revista de la asociación psicoanalítica de Bs As .Clínica de niños. Vol X .

The  developement  of  the  transference”  (1950),  en  The  Psychoa-nalytic Quartely, no 4, pp. 500-539. Traducción del inglés. Montserrat Puig.

 




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