Acerca del goce de la histérica y el goce femenino


Acerca del goce de la histérica y el goce femenino

 

Expositores
José G. Martínez Verdú
APdeBA

Autor
Daniel Hamra
APA

Conductor del TTB

 

Expositores
José G. Martínez Verdú
APdeBA

Autor
Daniel Hamra
APA

Conductor del TTB

 



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Propuesta Nro. 051 / Taller de Trabajos Breves

viernes 10 de noviembre / 09,00

08:00 NY / 07:00 PE, EC / 06:00 MX / 12:00 POR / 13:00 SP, IT

Sala 305/306 (3° piso) / Zoom y Presencial

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Presenta/n: José Guillermo Martínez Verdú (APdeBA).
Conduce/n: Daniel Hamra



Resumen

A propósito del goce de la histérica planteamos el desconocimiento de un saber del inconsciente representado y el de una pasión de ignorancia frente a lo real no representado, no simbolizado. El goce femenino “más allá del falo”, que puede traer problemas a cualquier mujer, llega a tornarse terrorífico, intolerable en el caso de la mujer histérica. Frente al estrago materno, se aferra al goce fálico en la realización de su fantasma. Otra mujer, en cambio, en una relación amorosa puede abandonarse al goce femenino en tanto despliega una confianza plena en su partenaire, para lo que la histérica queda impedida.






Trabajo/Idea completa

 

ACERCA DEL GOCE DE LA HISTÉRICA Y EL GOCE FEMENINO.

                                                                                   José Guillermo Martínez Verdú.*

 

            En el seminario 19 “…o peor” (Pg. 119), habla Lacan del desconocimiento en lo tocante al goce femenino y de esa parte de la mujer que no la hace completamente abierta a la función fálica para terminar diciendo que: “El desconocimiento del hombre es por ello forzoso, lo que constituye  - dice -  la definición de la histérica

            La histérica, tal vez por eso la menciona Lacan, como todo el mundo, no quiere saber acerca de su deseo, no quiere saber del saber del inconsciente. Y ese sería un tipo de desconocimiento (pues hay otro más referido a lo real).

            Es que una mujer histérica si en un primer momento, inviste a su hombre o al analista como amo del saber, intentará que sea un amo sobre el que reinar, para castrarle después en lo imaginario y recuperar de ese modo su ser fálico.

            El Otro con mayúsculas, de Otro absoluto, completo, sin falta (A) pasa a Otro barrado, carente, castrado (Ⱥ).

            Es lo que Lacan muestra con su fórmula del fantasma histérico en el Seminario 8, La transferencia (1960-61):

                                                  a

                                               ------  A

                                                 -φ

 

            Es en el Seminario del Reverso del psicoanálisis (1969-70) donde diez años después Lacan escribe el matema del discurso de la histeria:

 

                                                 $       -->        S1

                                               -----                 -----

                                                 a                   S2

 

            «Lo que la histérica quiere… es un amo. Está totalmente claro. Hasta tal punto que hay que plantearse si no será de ahí que partió la invención del amo… Quiere que el Otro sea un amo [S1], que sepa muchas cosas [S2], pero de todas formas que no sepa las suficientes como para no creerse que ella es el premio supremo por todo su saberquiere un amo sobre el que pueda reinar. Ella reina y él no gobierna (cursivas nuestras)» (p.137).

            La histérica suspende en algo su desconocimiento en tanto se propone como mostrando su carencia ($ en el lugar del agente) buscando y produciendo un saber S2, y un saber sobre “qué es una mujer”.

            Es con esta maniobra que la histeria restaura su pasión de la ignorancia con total desconocimiento, de la “verdad”, pasión que la refalizará, manteniéndola compensada sin necesidad de síntomas o de algún tipo de actuación hasta que fracase el fantasma.

            Lo que ahora nos interesa es señalar la relación con lo real y de qué manera se presentifican las vicisitudes del estrago materno en tanto objeto de goce en el fantasma de la madre que trae de la mano a los temores de devoración (que diría Klein) y de despedazamiento; “el estrago que en la mujer, en la mayoría, es la relación con la madre” (Lacan,1973. Pg. 35).

            Es que de cualquier modo nos encontramos con la manera en que se presenta la cuestión del ¿Che vuoi?, la cuestión de qué quiere el otro de mí. El problema es el terror que el fantasma infunde frente al no saber qué puede querer el Otro: «El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual, que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la madre. No se sabe que mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la boca. Eso es el deseo de la madre» (seminario 17. 1969-70, p. 118).

Hubo que esperar el salto de Freud desde el caso Dora, pues Freud entonces pensaba que nada mejor para Dora que el Sr. K; ¡y así le fue! Para el Freud descubridor del Complejo de Edipo en el varón, aún faltaban muchos años y pasar por la experiencia del duelo por la muerte de su madre como para que a raíz de la sexualidad femenina se replanteara la pregunta ¿Qué quiere una mujer? y respondiera (con la ayuda de Ruth Mac Brunswick) volviendo a la teoría del trauma, esta vez bajo la figura de la madre como primera seductora. Lo que hace que para una mujer sea tan difícil manejarse en el continente oscuro de mamá repleto de objetos persecutorios y devoradores (aquí, de nuevo Klein), como manejarse con su propio continente oscuro que hace del hombre también un estrago para ella (Lacan, 1975-76. Pg. 99), productor de ansiedades de igual modo persecutorias y devoradoras.

            Con la metáfora paterna la x (incógnita), lo no significado del deseo materno, lo real innombrable viene a ser sustituido por el significante fálico paterno, lo que ya resulta tranquilizador.

            Lo que nos conduce a lo al principio anunciado, esto es, una segunda forma más intensa de desconocimiento, se trata de una verdadera pasión de ignorancia por el horror a lo real irrepresentado.

            El goce de la histérica se mantiene más en un nivel de goce fálico, con frigidez o no por razones del temor al más allá del falo del goce femenino. Es que necesita constantemente ser falisizada como objeto de deseo y librándose a la satisfacción de su fantasma.

            Lacan distingue fundamentalmente tres tipos de goce: El goce fálico, el goce del Otro y el plus de goce. El goce fálico es aquello de lo que Freud hablaba, la sexualidad masculina o femenina, pero de una sola libido. En Lacan es el goce pasado por los desfiladeros del significante, lo que de algún modo queda representado, queda en el más acá, aunque, obviamente por ser goce, linde con lo real. El goce del Otro es el goce del más allá, del orden de lo real. En palabras de Lacan (La Tercera, 1974. Pg. 106): “El goce del Otro está fuera - de - lenguaje, fuera - de - simbólico... Este goce del Otro, cada uno sabe hasta qué punto es imposible”. Finalmente, tenemos el Plus de goce que es el goce relacionado con el objeto a que en el nudo borromeo queda situado en la intersección entre R, S e I.

            En Lacan se trata de sexuación, tal como lo explicita en El atolondradicho (1972) o en el Seminario 20, Aún (1972-73) a través de las fórmulas de la sexuación: unas del lado hombre, otras del lado mujer, mostrando a la mujer “no toda” fálica capaz de un goce suplementario, vedado para el hombre, más allá del simple goce fálico.

            Ahora bien, respecto al goce, dejémonos aleccionar por Tiresias, aquel que fue alternativamente hombre y mujer. Pues cuando Zeus le llama para dirimir en la discusión con su esposa Hera si en la copula sexual goza más el hombre o la mujer, su respuesta es categórica: “si se divide el goce en diez partes, nueve corresponden a la mujer y tan solo una parte al hombre”. Hera, llena de furia al verse descubierta dejó ciego a Tiresias y, como quiera que un dios no puede deshacer lo que otro ha hecho, Zeus compensó a Tiresias otorgándole una larga vida y el don de la adivinación. Y es que como dice Carlos Basch (comunicación personal) citando a Lacan: “Hay dos tipos de mujeres: las que fingen que tienen orgasmo y las que fingen que no lo tienen”.

            Pero volviendo al goce de la histérica y sus problemáticas, ella no puede abandonarse al goce hasta un punto como otra mujer pudiera hacer, en donde, como dice Françoise Dolto, no puede ya más que ser pasiva, lo que no se da sin la seguridad del amor y confianza plena en su partenaire. Y, aún en este caso, como dice Lacan (1972-73), “no pueden nombrar su goce, solo decir que lo sienten”. En cambio, es en tanto la histérica no puede dejar de desconfiar del amor de su partenaire ni siquiera cuando se enamora, que no puede abandonarse de ese modo al goce. Temor a la pérdida de amor que en algunos momentos le pueden sobrevenir también a cualquier mujer sólo que en mucha menor medida. Y ¿por qué? Sencillamente por razones estructurales, por el cierto monto de histeria que le toca a cada mujer y a cada hombre. Y es que estructuralmente también hay estrago para un hombre (la boca del cocodrilo). Un hombre, por más que en él sea magna la disociación entre la mujer-maternal y la mujer-ardiente, no sólo sufre por la pérdida de goce sino también por la pérdida de amor, en tanto es el amor lo que suple a la ausencia de relación sexual. ¡Cuánto esfuerzo para crear eso que no hay! Y es que, como ya sabemos por el Seminario 10, “el amor-sublimación permite al goce condescender al deseo”.

 

                                               Bibliografía.

Lacan J (1964). El Seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Barral: Barcelona, 1977.

Lacan J (1969-70). El Seminario. Libro 17: El reverso del psicoanálisis. Barcelona: Paidós, 1992.

Lacan J (1971-72). El Seminario. Libro 19: ...o peor. Paidós: Buenos Aires, 2012.

Lacan J (1972-73). El Seminario. Libro 20: Aun. Paidós: Barcelona, 1981.

Lacan J (1974): La Tercera. Actas de la Escuela Freudiana de París. Barcelona: Petrel, 1980.

 

 


* José Guillermo Martínez Verdú (APdeBA - I.P.A. – Universidad de Valencia). Dirección: C/ Dr. Gómez Ferrer, 13, 19ª. 46010 Valencia (España). Tel.: +34 619889566. e-mail: J.Guillermo.Martinez@uv.es  //  martiver@cop.es . Web:  Psicoanálisis en la Universidad (Ritmos Freudianos)




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